El
silencio dice más que mil palabras. Y yo callo, no porque me falten las
palabras, sino porque prefiero
prescindir de ellas. Estoy en la quietud del silencio y lo disfruto. Todo
calla, todo duerme, y esos momentos son especiales, sobre todo cuando se está
consigo mismo. Sola con mis pensamientos. El silencio de la noche me relaja. Y
sigo callando, y a la vez digo tanto. Más que aquella que habla sin pensar, que
escribe sin sentir. Me canso de escuchar palabras vacías, vanidosas y
egolatras, que hoy prefiero callar y soportar el grito, ese grito que emana
desde el interior y que uno va sacando de la mejor manera que sabe, quizá
gritando o tal vez callando.
Para disfrutar más silencios con Nieves.