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Ser humano que gusta de la escritura, no por el simple hecho de hacerlo, sino de la necesidad de expresar lo común, lo simple, lo complejo. Dejar huella por medio de ésta. Porque la escritura permanece. Lo que hay en mi memoria me pertenece y lo comparto.
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¿Creen en la mala suerte? He tenido muy malas rachas en muchos sentidos. Pero en fin, he batallado con esto de la tecnología. Supongo que el robarme el Wifi del vecino pues tarde o temprano el karma me lo cobraría. No he podido participar con los jueveros y tengo varias historias en mente. Pero estoy descansando no sólo fisicamente sino también emocionalmente. Estoy enfocada en mi historia de Almas Perdidas. ¿Por qué? Porque he tenido visitas de fantasmas del pasado y creo que si continuo con mi historia y la hago pública terminarán por dejarme en paz. No fui a hipnosis, fui a algo mejor y se me revelaron tantas cosas. El inconsciente es cabrón. De nuevo el Charro Negro vino a visitarme. Creo que no le queda claro y no quiere entender que yo soy una hija de Dios. No me iré nunca más por el mal camino. Tengo una hija que amo y no sólo cambio por mi sino por ella. En fin, continuaré con mi historia, no es nada fácil, porque siempre que llego a ese punto de mi gata Misifu me quiebro emocionalmente y hasta me viene la depresión.
Creí que no volvería a escribir, supongo que es parte de mí y siempre será así. Estoy perdiendo mucha de la fuerza y de la inspiración que alguna vez tuve. Pero sigo viva. En estos días he sentido y vivido mucho dolor, que creí que nunca viviría. En este doloroso proceso de vida perdí a mi hijo recién nacido, al que esperé por ocho meses. Lo vi nacer y pronto se fue. Dios así lo quiso me dijeron. Y yo solo lloré y lloré como nunca. Enterrar a un hijo es un dolor indescriptible. Los hijos que se quedan sin madre les llaman huérfanos, pero yo que soy? Si he perdido a mi hijo.
Dios me dará la fortaleza que siento perder. Y tengo que ser fuerte por mi hija.