Después de algunos años de pertenecer a cierta página... le digo adiós... La Página de los Cuentos
Mi (mini) Biografía (En tal página)
Mexicana de nacimiento y de corazón. Vi la luz una fría mañana de otoño. El reloj marcaba las 11:22 a.m. y el calendario anunciaba el 5 de Noviembre. Pesé 2 kilos 600 gramos y medí 49 cm. Lloré mucho ese día y al llegar a casa me pusieron entre sábanas rosas, claro hoy en día no es mi color favorito. Me registraron con dos nombres: Soraya Elizabeth. Soy una persona sincera, misteriosa, sensible, romántica, apasionada y demasiado soñadora,super loca, safada, tremenda; soy melancólica, temperamental, caigo en la depresión y en la histeria fácilmente. Mis hobbies son escribir, leer, dibujar y pintar. Como ya lo repetí me fascina leer, no por nada estudio la carrera de Letras Hispánicas en la Universidad Autonóma de Nuevo León.
He aquí, de donde nació ya hace años, el nombre de Azulia... dónde saqué el nombre... no lo saqué de ninguna parte en particular... siempre he amado el azul. En un tiempo el azul era mi color, el azul estaba en mis momentos de felicidad. Ahora mi hija lleva ese nombre, tiene significado para mí... porque fue parte de mí, no sólo un seúdonimo, sino algo más y siempre lo será. La que fui yo en algunos momentos. Es una parte de mi, una época, una vivencia, es mi otro yo. Sé que mi hija llevará ese nombre con orgullo cuando sepa la historia.
Ahora aquí, recopilo lo que llegué a escribir en esa época. Fueron momentos y vivencias, ya sean buenas o malas, pero siempre lo vivido deja algo. Algunos son dedicados, otros no, otros sólo fueron por el hecho de escribir.
27.02.2005
Un
domingo de paseo
Ese
domingo por la tarde Alberto caminaba por el centro de la ciudad, se
encontraba perdido entre calles estrechas. El tráfico era fluído,
el clima agradable; era una tarde hermosa en la que se pronosticaban
lluvias. Hizo un largo recorrido, se sentía extraño, fuera de sí,
tanto física y moralmente por el hecho de no conocer la ciudad.
Quedó asombrado con esas casas lujosas e inmensas; tenían grandes
patios, árboles enormes y unas hermosas piscinas. Alberto se dio
cuenta que se encontraba en las colonias más ricas de la ciudad y
todo le parecía bello, como sacado de un sueño; pues había
idealizado tantas casas y no estaba acostumbrado a tan grande
admiración. Él no estaba acostumbrado a ver esos lujos por doquier
porque su familia era muy humilde, vivían en un ranchito a las
afueras de Veracruz; se vino a Monterrey para seguir sus estudios
universitarios. Llevaba algunos meses viviendo con algunos compañeros
de escuela en una casa de renta y ese domingo quiso dar un paseo en
esa tarde de lluvia. Alberto salió a recorrer la ciudad. Era un
muchacho tan soñador que pareciera que caminaba entre nubes y hasta
olvidaba en dónde se encontraba. En una de las calles por las que
recorría topó con una hermosa casa que le pareció increíble. Se
llenó de sueños y emoción al contemplarla. Cerca del barandal que
la protegía había un letrero en el que decía con letras grandes y
en color rojo: Se vende. Soñó con ella, se quedó un rato mirando
fijamente aquella casa. Era una de esas casas antiguas, bien
construida y cimentada; era de dos plantas con muchas ventanas
enormes al exterior. Para llegar a la puerta de entrada había unos
escalones de piedra; la puerta no era muy grande pero si muy lujosa,
tallada en madera con algunos adornos en vidrio cortado que daban
reflejos de colores y hacían juego con la madera. El color de la
casa era de mármol en tono gris y otras combinaciones. Enfrente de
ella un gran jardín con algunas rosas rojas, un camino empedrado y
enormes árboles a su alrededor que tomaban el papel de guardianes.
La casa estaba deshabitada pero eso no hacia que perdiera su magia,
todo lo contrario. El viento jugaba con los árboles y las flores;
había un ambiente divertido, después llegó la visita de la lluvia
con todo y su música a bañar aquel lugar en el que él se
encontraba embobado. Oscureció, era todavía temprano pero la lluvia
pintó con su color. Se dio cuenta que había perdido algún tiempo
idealizando la casa de sus sueños en la que se pudo admirar su
exterior pero no podía transportarse a su interior porque no podía
violar las leyes y meterse en propiedad privada. Se despidió de la
casa y la miró nuevamente; continuó su camino y pasó por otras
bellas casas pero ninguna le hizo sentir lo mismo que aquella casa.
Caminó y caminó, llegó a un lugar muy alto, en el que se veía
todo el panorama de la ciudad, se veía el horizonte, el cerro y el
cielo. Quedó embelesado; sintió el gran silencio, pues desde aquel
lugar no se veía el movimiento de la ciudad, ni se escuchaba ruido.
Desde lo alto se veían las casas, algunos carros estacionados,
fábricas, el metro, un panteón desde lo lejos y hasta la torre de
rectoría de la Universidad. No es lo mismo estar abajo y pertenecer
a ese movimiento rutinario, que contemplar todo eso desde arriba, se
tiene otra visión, se tiene otro sentido y todo te parece tan
pequeño, tan insignificante, hasta aquella casa... La gente tiene
otro valor pero cuando tus ojos ven y llegan a captar ese movimiento
desde otro ángulo, esa altura te da otra perspectiva y puedes
comprender que no necesitas más que lo necesario, que no importa que
tengas una casa como aquella o que no la tengas. Es importante vivir,
sentir y pensar. Alberto se encontraba sumergido en estos
pensamientos cuando decidió marcharse. El interior de la casa era él
y el exterior eran sus sueños, al fin y al cabo él es un soñador.
Con el fresco de la lluvia se le antojó un café y cigarrillos, se
le había olvidado salir de su casa con el paraguas pero no le
importó mojarse un poco. Después de unas horas llegó a su pequeña
casa y se fue directo a su cuarto a mirar el techo como era su
costumbre y se quedó profundamente dormido.
Reflejo
del envolver y el deformar de los celos
Los
celos, no son sólo acciones sino también son reflejos, y por lo
tanto apariencias que cubren superficies. K.A.
Camino
hacia el objeto
que
muestra mi reflejo
Lo
retienen mis manos
mientras
miro mis labios.
Se
desliza el polvo
que
me cubre la cara
la
brocha da la curva
que
me envuelve el rostro.
Cubro
mis párpados
con
el brillo dorado
Y
mientras mis ojos
ven
en el alma el daño.
Vivo
entre el sollozo
sólo
canto gemidos
Todo
es tormentoso
no
se escuchan latidos.
Mi
alma celosa
es
causa de sufrimientos
Estoy
tan afligida
con
mis sentimientos.
Veo
de nuevo
el
objeto que muestra
Mi
reflejo, mi mano
lo
sostiene.
Me
veo nuevamente
estoy
afligida
Pienso
situación celosa
lágrimas
de ayer.
Canción
que desde
interior
tarareo
Sólo
son gemidos
y
lamentos.
Luz
artificial en el espejo
pupilas
en río cristalino
Gotas
inundan vista
que
empaña con furor.
Careta
que cubre el maquillaje
rostro
bajo
Cara
pintada de dolor
sin
sonrisa pintada.
Cortina
de cristal
por
coraje bañado de celos
Objeto
del reflejo apagado
muestras
de visiones lastimeras.
Monólogo
interior
Estoy
en un lugar tranquilo, alrededor hay árboles y el cielo me protege.
Hay un lindo cielo azul, con nubes pintadas de las cuales me imagino
que son figuras. La brisa juega con mis cabellos y siento el aire
fresco en mi cara. Nos hemos separado, pero sólo es distancia física
porque aquí puedo sentirte y escucho tus reclamos. Me siento
culpable, pero; para ser exacta no sé por qué. Te conté parte de
mi preocupación en la carta que te di por la tarde del viernes, no
sé si hice bien contarte esas cosas que sólo sumarán tus
preocupaciones y ya has tenido bastante; pero me hizo sentir un poco
mejor. Tengo que ser más paciente y llevar las cosas con calma y que
no se salgan de control, sí le haré caso a tus consejos, reconozco
que en este caso tienes la razón. Quisiera marcharme lejos pero aún
no tengo esa libertad. Pienso y hablo conmigo misma, no me hagas
caso, sólo son palabras en desorden, no; es mi pensamiento en
desorden. Ya no te daré más cartas, no es porque crea que le tomas
poca importancia a mis palabras, sólo es que te pido respuestas y no
me las das. Al final de cuentas siempre quedo como una exagerada que
no sabe interpretar bien las cosas. Qué terrible me siento al pensar
en la carta que te di el año pasado, antes de Navidad, sé que
exageré demasiado pero fueron pensamientos que exageraron un poco
las cosas, además; tú me lo pediste. Me extraña que no te hayas
enojado pero sí reconozco que fue uno de tantos errores que he
tenido y que has aguantado. Me pregunto si antes era mejor, en
aquellos años el cielo era diferente, el que te cubría a ti y el
que me cubría a mí, no era el mismo. Yo también era diferente.
Algunas cosas no han cambiado, mis libros siguen en el mismo lugar,
los diarios siguen aguardando otras historias, pero mi pluma se ha
chorreado y las hojas se han vuelto amarillas, pero aún no es el
fin.
Sammy
El
reloj marcaba las 9:00 a.m. Martha se levantó temprano para ir al
mercado a comprar verduras para hacer la comida que consistiría en
un caldo de pollo y verduras, ese día era miércoles, el mercado
quedaba a unas cuantas cuadras de su casa, el camino sería
agradable, pues hacía un poco de sol. Martha era una señora muy
simpática, de unos 70 años, pero con aires de juventud y gracia,
era muy amable con las personas, las vecinas la adoraban. Tenía tres
hijos ya casados, una de ellas mujer, llamada María del Rosario,
María se casó joven y se fue con su marido, pero con frecuencia la
visitaba; otro hijo también estaba casado, Gerardo, pero se fue a
trabajar al otro lado; el último hijo, Armando, se casó también
pero la esposa y él vivían con la señora Martha para que ella no
se quedara a vivir sola, pues su esposo hacía tiempo que había
fallecido de cáncer de pulmón. Armando y su esposa Laura tenían
una hija, Samantha, que acababa de cumplir 10 años; Armando y Laura
trabajaban casi todo el día, volvían hasta la tarde a su casa. Así
que la señora Martha cuidaba a la niña, era su adoración, la
mimaba y la complacía en todo lo que la niña quería. Martha baño
y cambió a la niña, le puso un vestidito celeste con calcetas del
mismo color, unos zapatos negros y le recogió el cabello en dos
chongitos, sus caireles caían gustosos, el color de sus mejillas
como pétalos de rosa, su cabello brillaba como el sol. Salieron de
casa, Martha se apresuró a cerrar la puerta principal y el barandal,
caminaron por la banqueta; la niña agarrada de la mano de su abuela
se distraía viendo por todas partes; la abuela pensaba en lo que
compraría, haciendo sus cuentas mentales; la niña entonaba algunas
notas musicales. Se acercaron al puesto de verduras, el señor del
puesto gritaba con todas sus fuerzas para que la gente comprara;
Martha sacó su red de la bolsa de mano para poner ahí lo que
escogería de mandado, escogió la zanahoria, la papa, la calabaza, y
así mientras escogía la niña se le desapareció, enfrente del
mercado había un pequeño parque en el que había unos columpios, la
niña corrió hacia allá y Martha no se dio cuenta, se olvidó por
un rato de la niña y Sammy, así le llamaban de cariño, se divertía
y agarraba vuelo en aquel columpio, el faldón de su vestido volaba
al compás de la velocidad del columpio. Mientras tanto, Martha
seguía escogiendo repollo, cilantro, tomate, cebolla, elote;
sumergida en el mundo de las verduras. El señor del puesto le hizo
la cuenta a Martha, fueron más de cien pesos, pero tenía que
aprovechar para llevar lo necesario. Después de un buen rato, Martha
se acordó de Sammy, se desesperó porque no la veía, nadie pudo
decirle a donde se había ido la niña; Martha recorrió los pasillos
de aquel mercado con la angustia y la desesperación que todo su ser
despedía y se culpó por no haberse dado cuenta, se culpó de su
irresponsabilidad, pues no debió de haberle quitado los ojos de
encima, ese descuido tal vez le costaría muy caro. Martha preguntaba
y preguntaba, no había respuestas; tiro la bolsa de las verduras y
lloró desconsoladamente, sus rodillas golpearon el piso; las
personas la miraban aturdidos sin saber que pasaba, miradas curiosas
por doquier. Unas señoras se le acercaron a preguntarle que le
pasaba, ella, sólo lloraba, culpándose por lo sucedido. Su voz se
entrecortó y de su boca sólo salieron lamentos, las señoras la
levantaron, le arrimaron una silla y le dieron un vaso con agua.
Martha al fin pudo hablar, les dijo que por un descuido, su nieta se
le había perdido y que no sabía dónde se había ido, aparte nadie
sabía decirle si la habían visto pues a esa hora del mercado hay
tanta gente, tantos niños que era difícil poner atención a cada
uno de ellos. Las señoras la tranquilizaron y le dijeron que tal vez
la niña al rato volvería, que seguramente no se había ido muy
lejos y que no era necesario alarmarse tanto. En el lugar de la otra
escena, los columpios crujían y se balanceaban con el viento fresco
que soplaba, Sammy no estaba ahí, ya no se columpiaba, ya no se
mecía; los columpios estaban vacíos; ella, había desaparecido. Las
horas transcurrieron pesadamente para Martha, sentía que el corazón
se le salía, su cuerpo sentía miedo. Además que le diría a Laura
y Armando cuando salieron de trabajar, la culparían a ella. Pues sí,
había sido su culpa. Horas antes cuando Martha seguía escogiendo la
verdura y que todavía no se daba cuenta del error que había
cometido en no cuidar a su nieta como era debido, en un ecotaxi, se
encontraba un tipo con gafas negras, expresiones duras, cabello
ondulado y oscuro, tez morena, vestía una camisa blanca y un
pantalón café había estado observando a su alrededor, esperaba el
momento de hacer algo; vio a Sammy y le gustó, observó todos los
movimientos de la abuela y de la niña, esperaba un momento, el
momento más adecuado. Se le salieron los ojos cuando Sammy corrió a
los columpios y espero para acercarse a ella..., no hubo gritos,
algunos forcejeos, el ruido de un motor, el miedo en los ojos de la
niña. El carro desapareció. Sammy no pudo articular palabra alguna,
sus ojos se llenaban de lágrimas que corrían por sus mejillas. El
hombre la amenazó, la asustó, le dio indicaciones, le dijo que no
gritara sino le daría unas cachetadas. Ella tuvo miedo, gritaba en
silencio. Se preguntaba que haría con ella, a donde la llevaría;
recordó a su abuela y a sus papás que preguntarían por ella. El
hombre seguía conduciendo, sentía placer por lo que había hecho y
se le escapaban algunas carcajadas de vez en cuando; llegaron a un
lugar baldío en el que no se escuchaba ninguna alma, donde los
gritos no eran escuchados sólo los silencios, en donde las
desquebrajadas paredes eran testigos mudos de atrocidades, donde
yacía el miedo y el dolor. El hombre aventó a Sammy bruscamente en
el suelo, ella gimió de miedo y de dolor, él le dio varios golpes
en el rostro, ella lloró, él le rasgo el vestido, ella lo arañó,
él se bajó el pantalón, ella gritó, él se revolcó, ella sintió
temor, él la golpeó, ella ya no sintió dolor. Siguieron buscando a
Sammy por horas, se le dio aviso a la policía de su desaparición.
Martha lloraba desconsoladamente en la cocina, las verduras no las
utilizó, no hizo la comida, sólo pensaba en Sammy. Armando y Laura
desesperados, se preguntaban por qué había pasado semejante
tragedia, esperaban que sólo fuera una pesadilla, ni siquiera sabían
que había pasado con su hijita. Al día siguiente, como sucede todos
los días se narran sucesos en las noticias que lo dejan a uno con la
boca abierta, que cambian a la sociedad pero la sociedad no las
cambia, se narró la tragedia de Sammy, y en donde se había
encontrado su cuerpo, pero no se sabían dar las señas del hombre
que la había robado, se dijo que había sido violada y atacada,
había fallecido a causa de los golpes en la cabeza. No hubo algún
consuelo para la familia, sólo un dolor inmenso que nada podría
borrarlo. Asistieron todos los familiares, amigos y vecinos para
rezar por el alma de Sammy. Así como mi historia, hay tantas
historias reales en los que no merecen un final así.
Memorias
de mujer
Ese
día del mes de mayo perdí mi concentración por la mañana. Sentí
la angustia viviente en mi pecho. Mis amigas reían a diente pelón y
yo sólo disimulaba mi estado. Las palabras del maestro de Literatura
IndÍgena retumbaban en mis oídos pero yo no podía interpretar ni
codificar, no quería, para colmo me pidió que leyera mi ensayo y
nadie se daba cuenta que en mi garganta había un nudo que provocaba
dolor. Caminaba por el corredor de la escuela, arranqué unas hojas
de un árbol cercano y las hice pedacitos; miré al cielo, los rayos
del sol me encandilaron. Media hora después de estar y no estar con
mis amigas, se marcharon. Di algunos giros y sentí como había
perdido el equilibrio, la sensación de perder el control es
terrible, sobre todo, cuando sabes que depende de ti. Ahí estaba,
sí, ni siquiera lo sabía. No me había dado cuenta. Se veía feliz,
sin preocupación alguna. Tan pronto se había olvidado de mí, y sé
que con frecuencia eso ocurre, pues, ahora los sentimientos ya no son
tan profundos. Fui al baño después de haber visto...no quería
salir, no era tanta mi necesidad, sólo quería esconderme y elegí
un buen lugar, ahí nadie podía molestarme. Lloré no sé de qué,
pensé en lo que haría y salí con la cara lavada. De nuevo horror,
ahí seguía, vi su reflejo por una ventana, aún no se marchaba. En
todo ese largo tiempo ni siquiera se había tomado la molestia de
buscarme, creo que fue eso lo que me dio más coraje, no, no es
cierto. Lo confieso, fueron sus expresiones de alegría, cosa que
jamás había mostrado conmigo, no en ese grado. De súbito
desapareció, ya no estaba en aquel lugar. Subí escaleras y me quedé
en un rincón esperando. Pasaron horas antes de que volviera, me
desesperé y unos minutos después me tope con aquella persona que
sólo mostró indiferencia. Seguía a lado de la mujer con la que lo
había visto desde el mediodía y se fue con ella, sin saludarme
siquiera. No me pude aguantar, no pude controlarme y decidí irme.
Pero la historia se repetía, yo corría a aquel lugar a esconderme a
pensar, y ellos seguían ahí conversando felices. Esperaba sentada
viendo el pasto, esperando a que llegara la hora y se acordara de mí.
Recuerdo esa tarde lluviosa del jueves, del mes de mayo, sentada en
lo que de nuevo la indiferencia se me presentó y escapee, pero de
lado contrario. Me encontraba agitada, desesperada y angustiada, y
pude escuchar como latía mi corazón, sentí mis piernas correr
porque yo lo había ordenado. Las gotas de lluvia caían sobre mi
rostro, nublaban mi vista; la mochila estorbaba más que me pesaba.
Mis sentimientos eran mi gran carga, seguía corriendo para
alcanzar...y el sonido de un claxon me despierta, caigo, un señor me
levanta, doy las gracias. Ahora otras gotas mojan mi cara y sigo
corriendo. Estoy más cerca de mi objetivo y me doy cuenta que he
perdido mi reloj y que mi mano derecha sangra. Me entristezco. Gotas
de lluvia caen sobre mi cabellera. Me siento, un anciano se me acerca
y me dice que es un bonito día de lluvia y que no debería de mojar
mi rostro con otras gotas que no sean más que de lluvia. Me retiro.
Veo por la ventana del autobús y por allá va él, caminando
despacio. Lo observo, veo su rostro y le mando un mensaje de amor con
el viento.
Otra ventana
a la vida social
Cada
día, si observamos las calles cuando salimos a la escuela o al
trabajo; si viajamos en carro o en camión podemos darnos cuenta que
hay muchas paredes manchadas de pintura y tachadas. Pero detrás de
cada graffiti hay un grito silencioso que clama ser escuchado.
Han
surgido dudas en cuánto al tema en cuestión; ¿por qué la sociedad
necesita escribir en los muros? ¿es un medio popular de
comunicación?¿los graffiteros son críticos de la sociedad?¿son
las voces de la calle? La respuesta está en las mismas preguntas. El
graffiti pertenece a la cultura popular por el hecho que expresa y es
auténtico, es creativo y significativo.
El
graffiti nos da una lectura de conciencia que opera discursivamente
transformando o aceptando el sentido que recibimos, y ese sentido ya
es propio. También nos muestra la realidad social y van dejando
huella de su comunicación; sabemos que se ha convertido en una
praxis nocturna en la que a veces es espontánea u organizada,
individual o en grupo; en el que el aerosol juega un papel
importante, los trazos inacabados dan cuenta del apuro para eludir de
la persecución policial.
La
ciudad es un vasto escenario de los graffitis que la decoran, es como
una ventana con un mirar distinto que lucha por despertar la
reflexión. No confundamos el graffiti que tiene como armas la
expresión y comunicación con las pintas de vándalos o “cholos”
que escriben en paredes nombres o rayones porque no expresan más que
diversión. Es diferente la personas que rayan por diversión, a la
personas que rayan la pared para ser escuchados con la técnica del
graffiti porque están hartos de que nada cambie, porque expresan,
critican, gritan y reclaman un mundo mejor.
Los
graffiteros abordan la cotidianidad, es decir, la crítica de la vida
cotidiana, de hechos públicos y políticos y se vuelve un espacio
abierto para pensar, comprender y reflexionar. El tipo de lenguaje
del graffiti es claro y muy directo.
En
conclusión el graffiti es uno de los medios de comunicación en el
que las paredes hablan, algunos estarán de acuerdo otros no. Todos
tenemos la necesidad de expresarnos y de comunicarnos y para algunos
la calle es un buen lugar.
Halcón
a medias
Por
el cielo paseas lentamente
andas
buscando tu felicidad,
con
tus ojos tristes ves el mundo.
El
sol se esconde tras la tarde oscura
la
gente sigue muy feliz,
y
en cambio tú...
sueñas
echarle las garras y perderte.
Miro
tus grandes uñas, ya tan inútiles
perdieron
las fuerzas de tanto luchar.
Como
tú, yo también he luchado,
mil
veces me he vuelto a levantar.
Como
tú he querido desaparecer,
huir
del mundo;
pero
yo no me he podido escapar.
28.02.2005
Una
Noche de Entrega
Veo
a cada momento
esa
luz resplandeciente
sobre
tu rostro frágil
delicado
ardor.
El
lapso de tiempo
aquella
unión
sin
inhibición
nos
encontramos los dos.
Permanecimos
en silencio
arrojando
la pasión
en
cada rincón del ser
seguimos
el juego del amor.
Acomodaba
tu rostro
en
mi pecho,
nuestra
unión...
tocando
el cielo.
Buscándote
y Esperándote
Buscándote,
pero aún no te encuentro
Esperándote,
pero nunca llegas
Tan
curiosa por saber si te encuentro
Tan
desesperada por saber si ya llegas.
Buscándote,
con mis pasos rápidos
para
no llegar tarde
Esperándote,
para que acabes con esto
para
ya no tener que buscar ni esperar.
Ves
como estoy sobre el suelo
deshaciéndome
por el hielo
que
no me basta mi empeño.
Ven,
no me hagas
buscarte
y esperarte más
No
hagas que se apague la chispa
o
ven, y enciéndela de nuevo.
Soy
Algo Más
Existir
y no existir
existencia
ligera
existo
se
qué existo
pero
no sé
porque
existo
¿alguien
pudiera decirme?
estoy
hablando
¿alguien
me escucha?
Miserable
pluma
Existir
Yo
soy la existencia misma
Vivo
quizá
no me había dado cuenta
¿cuánto
tiempo perdí?
Respiro
Estoy
aquí...
Me
puedes ver,
pero
soy algo más que un cuerpo
date
cuenta
No
solamente tengo movimiento
soy
algo más...
¿lo
puedes comprender?
soy
algo más...
La
Apariencia no es sincera
La
diversidad de las cosas
se
bañan
en
un barniz
ocultándose
de
su verdadera apariencia
Los
propios hombres
han
trazado su superficie
dando
una apariencia misteriosa
pero
yo sé
que
mi pluma
es
algo más que pluma...
Estoy
Viva...
A
veces nosotros mismos ocultamos la palabra "existir", y a
mí se me ha metido tanto en la cabeza. Pienso que por ciertas causas
olvidamos lo importante que somos todos, pero la propia vida es
misteriosa. Y la existencia lo es más. La gente vive al día y no se
da realmente cuenta de todo nuestro entorno. Se levantan muy temprano
para irse al trabajo, viven pegados a un objeto llamado reloj, al
regresar a su casa, piensan en como hacerle para ganar algo llamado
dinero; y su vida gira en ese papel ¿valioso? y no "viven".
No se dan cuenta que somos seres vivientes maravillosos y estaremos
tal vez un instante en este planeta, y con un demonio, no sabemos
valorar todo este mundo, ni nuestro propio entorno, y la mayoría de
las veces no la pasamos quejándonos de todo. Sabemos que nos
rodeamos de cosas materiales, algunas necesarias, otras innecesarias,
todo lo que tenemos para nuestro bien propio hay que agradecerlo. No
deberíamos pensar tanto en las cosas que nos gustaría tener y en
las cosas que no tenemos sino agradecer lo poco o mucho que nos
pertenece.La gente viaja, va a la playa, y dice: ¡que bonito es el
mar!, el cielo es azul, el mar es verde, los árboles, los pájaros,
el arcoiris todo es bello. Estamos rodeados de grandes maravillas.
Pero desgraciadamente sólo lo vemos como "cosas"...
Enséñame
el Arte de Vivir
Tierra,
serena tú mi sangre
que
ya perdí la llave
y
perdí la puerta,
destrocé el
cerrojo
maldije mi vida
y
estoy arrepentida.
Mejor guárdame
en
un lugar seguro
que
yo no tengo apuro.
Dame a respirar
el
aire sin dolor.
No
me regreses
el
tiempo,
deja que se vaya
ya.
No
me olvides, o
deja que me
pudra
y
volver a germinar,
renacer en ti.
Haz
que resplandezca
el
brillo que hay en ti
Haz
que renazaca en mí
la
esperanza de vivir.
9.05.2005
Kessia
o la Imposibilidad del sentir
¿El
amor es, en fin, lágrimas dulces, quejidos, suspiros,lamentos, que
brotan en la amarga soledad?
¿Es
acaso escribir poesías tristes o lo que sienten las almas al llorar?
E.D.
Para
Werther
Ella
estaba sentada en la silla de su cuarto, a lado de su escritorio,
viendo por la ventana, observaba las estrellas; la luna iluminaba su
rostro, su rostro afligido. En su interior emanaban dolorosos
quejidos que provenían del alma. Por su cuerpo corría sangre
hirviendo, era rabia, desesperación, dolor, duda, con lo que en
aquel momento lidiaba.
* * *
Sí,
ayer fue mi cumpleaños, le dije a mi tía por teléfono cuando se
disculpó por habérsele olvidado. No te preocupes-le dije- suele
suceder. Sinceramente, no quería recordar ese día, teniendo
presente que fue ayer. Estaba tan entusiasmada por cumplir otro año
más de vida, o mejor dicho, ¿un año menos de vida?. Habíamos
quedado de escaparnos de la escuela, sólo iría a presentar en mi
primera clase, y después... iríamos tal vez a celebrar.
Roberto
llegó a la hora acordada, se veía muy guapo. Vestía un traje azul,
corbata del mismo color, llevaba en la mano derecha un ramo grande de
flores rojas y con la otra mano cargaba una bolsa de regalo. Dejó
las cosas en el suelo, y me dio un gran abrazo. Yo se lo devolví con
la misma alegría. Feliz cumpleaños princesa-me dijo-.
Yo
estaba muy feliz, por la mañana me había sentido muy mal, tenía
muchas nauseas, mi estómago me dio tantas molestias, en clase, una o
dos veces, fui al baño a vomitar. Aún así, la felicidad me
embargaba y el ver a Roberto mucho más.
Caminamos
hacia el autobús. Le dije a Roberto que me sentía un poco mareada y
con algo de sueño, que no quería que esas cosas estropearan el
festejo. Roberto decidió llevarme a su casa, ahí dormiría un poco
y después ya descansada; celebraríamos mi cumpleaños.
Estábamos
tan contentos, pues dos días después de mi cumpleaños,
celebraríamos nuestro aniversario, cumpliríamos dos años de
noviazgo. Un mes de festejos y de alegrías. Bueno, eso era lo que yo
creía.
* * *
En
esta noche clara, en esta noche cálida, quiero yo perderme por un
bosque verde, sentir la espesura, escuchar los pájaros, el canto, el
murmullo de un bosque. Quiero correr entre flores, tumbarme de
espaldas y ver el claro cielo, ver las nubes moviéndose, ver las
gaviotas partir. Tal vez, encuentre un tronco en el que pueda yo
sentarme a pensar, a reflexionar. O quizá, quiero columpiarme entre
ramas ligeras, bañándome de gotas de rocío. Libertad, libertad,
libertad...
¿Y
tú dónde te encontrarás? ¿En quién pensarás? ¿Matarás tus
recuerdos? ¿Vivirás en ellos? Recordarás ese primer amor que
sentiste en lo más recóndito de tu ser. Recordarás el roce de los
labios primeros, llenos de veneno que prendieron cada gota de sangre
y se escuchó el latir de tu corazón.
Y
yo, y yo estaré muriendo, del bendito amor, acabará con cada uno de
mis huesos, con cada parte de mi cuerpo, de mi sangre, de mi ser, de
mi corazón. Tú caminarás por las calles de recuerdos y de
ilusiones perdidas. No sé si eso te hará llorar o amar más, odiar
más, sentir más. Y cada recuerdo tuyo me matará.
Sentías
lo mismo con ella, alguna vez reíste y te sentiste el hombre más
feliz por tenerla entre tus brazos. Era tu amor, era un cielo
distinto aquel que los cubría, el sol los abrigaba y tú la
protegías del invierno mientras yo me preparaba para esperar la
primavera.
Había
enojos con ella, y después reconciliaciones. La arrullabas y le
cantabas una canción mientras sus párpados se cerraban. Te llenó
de caricias y besos, de palabras dulces, de amor, de apoyo, de
veneno. ¿Qué lugar tenía yo en tu vida mientras ella la ocupaba
toda? El cielo no es el mismo. El mar de mi desesperación nace de
las olas enfurecidas.
* * *
Llegamos,
me tumbé en la cama del segundo cuarto. Roberto me quitó los
zapatos, me dio un beso en la frente y en los labios. Me dijo que
descansara, él saldría a comprar comida, así cuando yo despertará
estaría todo listo. No tendríamos que guisar.
Escuché
sus pasos alejarse de la puerta. Observé aquel lugar acogedor, en
aquel cuarto había muchos libros puestos en un escritorio y en un
armario. No pude dormir. Me levanté de la cama para curiosear, hojeé
algunos papeles, algunas revistas y me topé con una carta fechada,
con un nombre de mujer. Una mujer que yo conocía y que por
casualidad me caía mal.
Palabras,
palabras que no entendía o que no quería entender. Descubrí
ciertas cosas, la carta no era dirigida, sólo había narraciones de
algunos hechos de los cuáles yo no estaba enterada. Roberto la
escribió, decía cosas de una tal Berenice; de cómo la conoció y
cómo se interesó en ella y cómo dejo las cosas por la paz. Había
otro nombre de mujer, Isela, pero sólo era una pequeña mención.
Esa
carta eran sentimientos escritos sobre esa mujer, Berenice. Mi ahora
rival. Ella es amiga actual de Roberto. Es una persona hipócrita y
falsa, se lo dije en una cuestión a Roberto, no se enojó. Y si se
hubiera enojado por mi comentario yo estaría más furiosa. Al
contrario, Roberto me confesó que Berenice era una mala amiga, pues,
sólo le hablaba por conveniencia y que estaba tratando de cortar
todo lazo de amistad con ella. Eso ahora me tranquiliza.
Confieso,
me dio tanta rabia, leer esa carta. Roberto le declaró sus
sentimientos a esa, unos días antes de conocernos. Pero la fecha
coincide cuando el y yo estábamos tratando de conocernos. Así que
mientras me escribía poemas y cartas, él enamoraba a otra. Y yo, yo
era la estúpida en todo esto.
Lloré
de coraje, de rabia; sentí desesperación. Un grito se ahogó en mi
interior y sólo espere. Me acosté en la cama. Fingí estar dormida.
Roberto llegó y besó mi mejilla, me observaba, y yo por dentro
quería darle de golpes, por haberme mentido. Me dijo que yo era la
mujer de sus sueños, la única en su vida, que había tenido una
novia pero que fue infeliz, y que ahora conocía la felicidad a mi
lado. Me pregunto si todos los hombres dirán eso. Me sentí
engañada.
Fingí
despertarme, Roberto me pregunto sí tenía hambre, contesté
afirmativamente. Él se veía contento, pero yo, yo estaba que me
llevaba la fregada. Mientras comíamos le dije algunas indirectas,
mis palabras eran agresivas, él, se dio cuenta. Me preguntó que me
pasaba.
Unas
horas después, mi silencio se interrumpió. Grité todo, le conté
que había leído, que me había tomado el atrevimiento de leer un
escrito que pertenecía a él. Se lo mostré. Él se quedó confuso.
Le grité un montón de cosas, sobre su engaño, sus mentiras. Él
dijo que ese escrito había sido una estupidez, algo pasajero, que no
significaba nada y que era la verdad, que no me mentiría.
Su
justificación tenía lógica, acepté sus confesiones respecto a ese
asunto. Le dije tantas cosas feas, que lloró y yo también lloré.
Ambos nos habíamos herido profundamente. Pero el sentir no se lleva
bien con mi razón. No, no tenía lógica mi sentir.
* * *
Me
pregunto el por qué de esta tristeza que inunda mi ser.
Aparentemente estoy bien pero hay ciertas o muchas cosas que me
molestan, siento que ya no es lo mismo, algo ha cambiado. Lo que pasa
es que aquella ilusión ha desaparecido; hay cosas que ciegan, que te
vuelven ignorante y cuando te llega el conocimiento de las cosas, por
lo general encuentras decepciones. No sé si me he decepcionado pero
reconozco que me ha sorprendido y tengo tanto miedo en seguir
permitiendo algunas cosas que me desagradan.
Todavía
siento rabia por aquel asunto, ya lo hemos arreglado, creo, las cosas
ya se dijeron, fue algo pasajero pero me hirió profundamente. No sé
si lo he superado, soy una tonta si me dejo llevar por ese mal
asunto. Los sentimientos son confusos, como alguna vez me lo dijo él.
Bueno, quizá así lo sea, ese es la imposibilidad del sentir.
* * *
Hace
algunos días hablemos nuevamente Roberto y yo sobre aquel mal
asunto, que nos hirió a los dos. Me lo confesó todo. Le creí,
tenía seguridad, confianza en lo que me dice. Se notaba que estaba
sufriendo. Sus ojos estaban tristes. Me pidió que afrontáramos ese
asunto y todo tipo de cuestiones que puedan presentarse, que
afrontáramos los obstáculos que pueden presentarse en nuestra
relación. Que camináramos juntos, por el mismo camino, tomados de
la mano, venciendo todo, venciendo la maldad. Le dije que lo
perdonaba, pero que me comprendiera que me era muy difícil olvidarlo
por completo. Pues la herida no había sanado, aún no.
Aceptó
lo que le dije, se enjugó sus lágrimas, yo las mías, y nos dimos
un grande abrazo. Después comenzamos a platicar de nuestros sueños,
de nuestras esperanzas. De los viajes que realizaríamos juntos, en
fin, de nuestra vida compartida.
* * *
Ella,
sigue viendo por la ventana, ve personas pasar. Las ramas de los
árboles se mecen. El ambiente es nostálgico, cantos del corazón se
escuchan lejanos. Almas que sienten que vibran, que lloran.
Sentimientos que consumen el alma, no tienen significado alguno, no
tienen importancia pero están ahí para hacer lucha, para matar
nuestras defensas. Pero no pueden matar nuestro sentir, eso es
imposible.
Lluvia
en los ojos
Toda
la semana ha llovido. Desde anoche el cielo se nubló y empezó a
ventear muy fuerte; hubo una ligera llovizna antes de dormirme.
Amaneció lloviendo. La temperatura está ligeramente más baja que
en días anteriores. Sigue la nublazón, y el ambiente es semioscuro.
Me gusta el sonido del viento, el ruido de la lluvia, la lluvia
misma, el ambiente que hay ahora; tengo la oportunidad de ver la
alegría de los árboles con este clima, el recibimiento que le hace
la tierra al agua; el desplazamiento de ésta, la brillantez de las
piedras después de su baño, el resplandor de las flores, la
esplendidez de la hierba, la gracia de las gotas, el vaivén de las
nubes, el rumor de los mismos árboles, la voz del río acompañada
por la unión y el rumor de la lluvia al entrar en contacto con sus
aguas. Y mi corazón se llena de nostalgia...en mis ojos hay también
lluvia porque no ha llovido esperanza.
Para
ella
Que
haría yo sin ella
aquella mujer...
que
lucha por la vida
por
su familia y sus hijos.
Aquella
que siempre dice
la
verdad
que
no sabe esconder
su
rabia;
que
tiene el don de la
palabra.
Esa
que siempre se
le
ve alegre
y
cuando triste
se
me parte el alma.
Que
me duele verla sufrir
me
alegra verla reír,
esa
que siempre sabe
luchar y
enfrentar la realidad.
Esa
mujer tan claridosa
que
siempre dice las verdades
aquella mujer
que me dio la vida
la
que me aguanta cada día.
Nunca
tendré con que pagárselo
siempre con que
agradecérselo
esa
mujer de la que hablo...
es
mi madre.
17.08.2005
Espera
Otoñal
Después
de dormir, pensar y no soñar
se
encuentra un sueño sin final,
en
el camino del andar,
en
una espera otoñal
de
los labios al besar.
Un
rostro en el ventanal
una
huida sin pensar,
en
el alcance emocional,
de
unos ojos al llorar
cuando se
pretende amar.
Después
de dormir, pensar y no soñar
se
encuentra un sueño sin final
de
tu sonrisa al recordar,
y
de tu voz al escuchar.
Una
tarde nublada, viento, ritmo y movimiento. Gente pasando. Ruido,
cantos. Pensamientos, hojas y un poema, un poema de amor...tuyo.
Minutos...,
estoy aquí. Tú ya no estás y te contesto... (algo que ni siquiera
me preguntas)
Una
tarde del 17 de marzo del 2004
Contestación
a mi Amado
Aquí
en la tarde nublada
he
esperado tu llegada
más
sola, triste y angustiada
he
permanecido callada.
El
viento me ha despeinado
mi
corazón se ha ofuscado
Las
manecillas se han parado
porque tú no
estás a mi lado.
Dices
que me quieres
pero, ¿Por qué
no vienes?
y
al tiempo detienes
¿qué ya no me
quieres?
Ya
me he despedido
tú
me has echado al olvido
falta de nulidad
has tenido
más
yo sólo te he querido.
Soledad
que me espera
al
llegar la primavera
pues todo esto
es prueba
que
mi corazón se quiebra.
Horas
y minutos van pasando
lecturas que
sigo recordando
palabras que van
dejando
huellas que
camino resquebrajando.
Poco
es lo que se ha dicho
tanto es lo que
he sentido
sólo ten en
cuenta amor mío
que
ya palabras te he respondido.
Con
amor Elizabetha
En
los brazos del amor
Me detengo al
mirar tu frente
quiero así
siempre verte
deslizando las
manos firmemente
estoy sólo
aquí para amarte y quererte.
Mientras tus
dedos juegan conmigo
yo me pierdo
con tu brillo
analizando tu
risa de niño
no puedo hacer
otra cosa que estar contigo.
La seda sobre la
alfombra
respiro aquel
aroma,
me tocas
estrechandome tu sombra
y otra vez no
me despego de tu dulce cama.
MIs brazos te
buscan en el aire
mi boca suele
buscarte
y mis manos
sólo quieren tocarte
ahora culpa
tienes tú que viva para amarte.
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