“La música expresa lo que no se
puede poner en palabras y no puede permanecer en silencio”
Hoy
tuve una regresión a mis trece años, cuando mucho de las cosas que
hacía era escuchar música; si me ponía a lavar los trastes,
barrer, trapear o hasta bañarme, lo hacía con música... recuerdo
que mi papá por ese entonces me había regalado una grabadora, era
de color negro, larga, no muy pesada... tenía para dos casettes,
radio AM/FM, me la había comprado en esos viajes a Laredo.
En
ese entonces tenía algunos casettes de mi música favorita, tanto
rock en inglés como rock en español, y una de mis bandas favoritas
era Soda Stereo, crecí escuchando lo que para mí era buena música,
no que ahora, mejor ni hablemos.
Era
música que te hacía sentir, que te inspiraba, que te transportaba,
agregándole que era amena y divertida. Yo veía a Saúl Hernández, Enrique Bunbury y
Gustavo Cerati como grandes exponentes de la música, grandes
cantautores.
Siempre
fui una niña adolescente solitaria, reservada, muy en su mundo,
explorando mi propia creatividad y la de otros. Era muy o demasiado
misántropa, no rebelde, más si muy en lo mío. Defendiendo mis
convicciones.
Mientras
mis compañeras de secundaria eran unas niñas precoces, yo prefería
estar en el mundo del arte. Para mí era un gran éxtasis escuchar un
buen acorde de guitarra, una buena letra de canción, una poesía...
ellas, mis compañeras, cerradas de mente, creían que un pene de un
todavía no hombre era todo en la vida. Como decía mi mamá o el
maestro “Brutus” de Educación Física “todavía no se saben
limpiar la cola, pero con mucho novio”.
Para
mí era una frase medio tonta, pero pues se acercaba a la realidad.
Yo en ese entonces no pensaba en novios. Claro, no voy a negar que me
atraía un chico llamado, pero eso a que ya anduviéramos de
novios, pues la verdad yo pasaba.
Veía
a la especie masculina de mi salón de clases como niños, tratando
de actuar como adultos, con una madurez que en realidad no teníamos.
He ahí el montón de fracasos, los embarazos no deseados, la vida
infeliz, y los hubiera...
Sí,
hasta la fecha soy criticada por mi forma de pensar, o por mi manera
de ver las cosas, dicen que soy muy “irónica”. En fin, hoy en
día me doy cuenta que algunas veces sufrí de bullying, pues no me
bajaban de nerd, hay que decir que tenía toda la apariencia,
desgarbada, jorobada, muy blanca, con anteojos, con brakets, con una
voz baja.
Pero
esa era mi apariencia, muy en el fondo siempre fui muy egolatra, muy
megálomana. Me siento bien, de haber sido siempre yo, de no querer
ser otra, de no ser con pensamiento común, de no ser como las demás.
Disfrutaba
ver por la ventana a la gente que pasaba por la avenida, me gustaba
estar en mi cuarto, estar en el interior para observar y analizar el
exterior. Fueron años de exploración interna, de quien era, qué
quería, de soñar, nunca dejé de soñar.
Mientras
muchas de mis compañeras de Secundaria se la pasaban en las discos
de ese entonces, en andarse besuqueando por las esquinas, en probar
niños, viernes y sábados yo tenía una cita con un programa que me
encantaba, nunca me lo perdía, tengo videos que grababa en un VHS,
“Desvelados”, programa regiomontana que nos presentaba la música
local, que le abría las puertas al rock en español y a grandes
leyendas, a grandes grupos.
Para
mí el rock era como un viaje a lugares hermosos, una inspiración
hacia el arte, hacia lo creativo, lo humano, explorar lo que hay en la mente y el corazón.
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