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lunes, 31 de marzo de 2014

ALMAS PERDIDAS. Capítulo 3: El Charro Negro (Parte III)






Después de lo sucedido con Vicki ya no quiso regresar más a mi casa, si nos dejaban alguna tarea o el simple hecho de juntarnos para pasar la tarde, lo hacíamos en casa de Conchita. No se lo tomé a mal, respeté su decisión. Para mí era agradable salir de casa y caminar hacia casa de Virginia.


No volvimos hablar del tema, si Julia o no se había parecido en mi habitación era algo que no me preocupaba, pues no sentía energía negativa. Además en ese entonces no la vi, sólo percibía algo, más en mi niñez no vi ese fantasma que se asomaba por la ventana de mi cuarto, del que algunas compañeritas me habían comentado.


La duda era el por qué en mi habitación, y porque en mi casa, si la habían asesinado enfrente del campo de mi casa, pero no quise hacer averiguaciones ni pensar más en ello.




★ ★ ★





Todo transcurría normal en ese verano, en el que yo tenía doce años. Hasta que un domingo en la mañana me desperté con una rara sensación. Como de vacío, un vacío que emanaba de mi ser. Y una especie de infelicidad, de amargura.


Las sensaciones producidas yo las relacionaba con el crecimiento, tanto físico como emocional. El entrar a la adolescencia. La búsqueda del ser, de saber lo que uno es y quiere ser. Siempre creí que mi cuerpo era el de una adolescente, pero mi mente era el de una vieja. Creí que ya había vivido muchas vidas y por eso en ocasiones tenía recuerdos de casas, de gente, de sensaciones que obviamente no había vivido pero que siempre me arrastraban a vidas pasadas.


Y me volví introspectiva, huraña, misántropa. No quería relacionarme demasiado, era muy selectiva en mis amistades. Y me encerraba horas en mi cuarto a leer y escuchar música. Y tuve cambios en mi cuerpo, en mi forma de vestir y hasta de sentir. Casi todo me parecía estúpido.

También me pareció estúpido que mi vecina Deya me invitara a pedir dulces en el día de Halloween. Le dije que ya no estaba para esos trotes.



—Vamos Eli, acompañanos, no seas amargada. Sólo acompañanos para que te despejes un poco.


—Ash no Deya, la verdad es que no es lo mío.


—¿No es lo tuyo?—me refirió. —Pero sí tu eres una chica dark. —¿No te encanta vestir de negro?

—¿Y eso que tiene que ver?—le señalé.


—Pues el Halloween también es para chicas dark.


—Bueno, está bien, pero sólo un rato que tengo pendiente hacer tarea.




Y Deya me convenció. Total, yo no iba hacer el ridículo. Sólo acompañaría a los vecinos, a Eddy y Alexa que también se había unido. Yo era una acompañante más.


Mi mamá a regañadientes nos dejó ir, pues no le parecía eso del Halloween, ya que ella había crecido en familia cristiana. Y para los cristianos, el celebrar Día de Brujas es cosa del diablo.

Sí bien recuerdo, cuando mis hermanos y yo éramos más chicos, asistíamos a la iglesia, pero después nos fuimos alejando. Mi madre comenzó a tener problemas con mi abuela. Y un día, sin decir más, dejámos de ir a la iglesia. Mis hermanos y yo no teníamos religión. Sin embargo, yo leía la Biblia con frecuencia y tenía temor de Dios.

Alexa llevaba en mano una calabaza que mi papá le había comprado para echar dulces y quiso prestarle la calabaza de Eddy a Yudi, una vecina. Pero a mi hermanita le dio pereza subir a la segunda planta, y mandó a Yudi. Le señaló donde quedaba el cuarto de Eddy, era el último cuarto, al final del pasillo. Tengo que decir, que el cuarto de Eddy, era el típico cuarto de niño adolescente con manías, con colecciones de autos, de poster, de videojuegos, de superheroes, de peluches, en fin, de un montón de cosas que sólo él coleccionaba.


Yudi caminó a lo largo del pasillo, nosotros la esperábamos afuera. Mi madre estaba también afuera platicando con la señora Yola, la vecina, la mamá de Yudi y Deya.


Sólo esperábamos a Yudi, a que trajera la calabaza para que echara sus dulces. Cuando escuchamos un grito, nos miramos, y mi mamá y Deya corrieron escaleras arriba. Cuando vieron a Yudi en el suelo, desmayada.


Sin saber el por qué. La reanimaron con torundas de alcohol. No sabíamos lo que había sucedido. Pero nadie salió esa noche a pedir dulces. A Yudi la llevaron a su casa, y le hablaron a un doctor. Aparentemente era un desmayo, todos sabíamos que Yudi, era flaquita, que no comía bien, que se mal alimentaba, atribuimos su desmayo quizá a alguna anemia mal atendida. Pero no fue así.


Mucho tiempo pasó para que Yudi confesara la verdad a su madre, sobre lo que había pasado esa noche, en el cuarto de Eddy. Después de lo ocurrido había caído enferma. Se le vino un debilitamiento físico, la alimentaban a la fuerza, porque ella no quería tomar alimento. Y desde ese día sufrió de convulsiones.


Nadie comentó nada, del acontecimiento de Yudi en la noche de brujas. Pero años después. Mi madre y yo sentadas en la cocina. En ese lugar en el que muchas veces platicamos, y que casi susurrábamos porque sentíamos que las paredes oían. Me confesó que Doña Yola, le había dicho muy preocupada, que Yudi le había referido el acontecimiento.


Alexa le había dicho que fuera al cuarto de Eddy por la calabaza, para que ahí echara los dulces que pedirían en la colonia. Yudi era un año menor que yo, pero era muy amiga de mi hermana, a pesar de las diferencia de edad. Ella dos se llevaban muy bien. Yudi y yo nunca nos entendimos, quizá porque ella era muy infantil. Yo nunca le pregunté sobre lo ocurrido aquella noche. Sólo sabía que desde ese día tenía convulsiones y que tomaba medicamento para evitar recaídas como la que había tenido esa noche.


Pero en una ocasión Yudi quería decírselo a su madre, ya habían pasado años, pero creyó necesario decirlo y prevenirnos a nosotros, sus vecinos. Esa noche, cuando Yudi abrió el cuarto de Eddy no supo donde se encontraba el interruptor. En el cuarto sólo se podía divisar una tenue luz de luna que entraba por una de las ventanas, en ese momento se sintió un viento fuerte y helado. Mi hermano tenía puesto en el sillón un disfraz de diablito, que había utilizado para una obra de teatro en su escuela, había llegado y lo había aventado en el sillón. Pero sopló el viento y en esa noche oscura, el disfraz tomó vida. Algo se había alzado dentro de esa vestimenta roja. La capa comenzaba a moverse al compás de ese viento extraño. Y un trinche comenzó a volar por la habitación. Unos cuernos habrían cobrado vida. Y un ser demoniaco estaba enfrente de Yudi, asustándola para toda su vida.




jueves, 27 de marzo de 2014

Cosas que amo...

Una imagen vale más que mil palabras...



Este jueves, un relato: ¡A Volar!


Todos algunos vez hemos soñado con volar, ser tan ligeros y libres como un ave y volar en un cielo azul contemplando las nubes. Alguna que otra vez me he soñado volando y cuando caigo, veo que he aterrizo en el piso al lado de la cama. También he querido ser una bruja y volar en una escoba en una noche de luna. Pero son sólo eso, sueños, de poder volar, y no precisamente en un avión. Se me ha venido a la memoria, una película ochentera, The Boy Who Could Fly, de 1986, sí, la ví hace mucho, de género comedia-drama sobre un niño que podía volar. Eric Gibb, un niño huérfano y autista, sus padres habían muerto en un accidente de avión, y eso lo había ensimismado. No hablaba, en algunas escenas sólo se comunicaba con la mirada y con las lágrimas; se la psaba haciendo aviones de papel. Una niña llamada Milly llega junto con su madre y su hermanito a vivir cerca de Eric. Cada persona tiene un problema que afrontar. Entre Milly y Eric nace una amistad. Eric está obsesionado con poder volar, se sienta en una ventana de la segunda planta y practica movimientos de vuelo, con tanta concentración que llegara a parecer creíble. Y deja que pensar, que si algo se quiere se puede.





Su sueño era volar

con las alas

de la libertad,

y no mirar nunca más

hacia atrás.

Volar...

cruzar lugares lejanos

entres sueños

de algodón.

El alma vuela libre

porque libre es el amor

que hay en nuestro corazón.

Entre viento y nubes

vuela el corazón de Gibb,

en trayectos desconocidos

siguiendo la luz,

entre tierra y cielo

escapa de un mundo de encierro.






Para más leer más vuelos con Alberto V.



lunes, 24 de marzo de 2014

ALMAS PERDIDAS. Capítulo 3: El Charro Negro (Parte II)







Después de lo que ocurrió con la visión del Charro Negro al final del pasillo las cosas en casa siguieron de manera normal. No hubo otra aparición. Alexa sí me creyó, porque sabía que yo no mentiría con una cosa así. Eddy se burlaba de la aparición, creía que era producto de mi imaginación y mis papás no lo tomaron tan en serio.


Una tarde, fui a ver novelas con mi vecina Deyanira, acostumbrábamos a ver la televisión juntas, ya sea en su casa o en la mía. La mamá de Deya, la señora Yola, estaba preparando la comida, y mientras comíamos me preguntó que era ese cuento de la figura fantasmal que yo había visto.

Yo, aún ignorante, no creía en el fondo que se tratara de un fantasma común y corriente. La verdad la energía negativa que emanaba de ese ser era más fuerte, era un poder maligno.

Doña Yola, se puso seria, y dijo que antes que mi familia llegara habitar la casa, su esposo, el señor Félix, había tenido una experiencia paranormal. Una noche, Don Félix se embriagaba en su patio trasero, un patio que estaba lleno de plantas, de flores, y en el fondo un especie de cuartito con láminas donde acostumbraba a prender leña, ya sea para cocinar o para calentarse en invierno. Esa noche, mientras tomaba una de sus tantas cervezas, se asomó a la casa vecina, vio que el patio era grande, más grande que el suyo. Y lo envidió. En el fondo yacía un árbol gigantesco, ¿cuántos años tendría el árbol? No lo sabía, parecía tan viejo y fuerte a la vez. Pero ese árbol gigante no producía fruto alguno. Era un árbol negro, sin hojas, y muy gigante.


Don Félix dio un trago a su cerveza y cuando se bajó del banquito donde había estado parado para observar el patio vecino. Vio que dentro del árbol salía una figura igual de gigante. Una figura negra, sin rostro, pero los ojos eran como llamas. Don Félix gritó, cayó del banquito. Doña Yola salió corriendo del interior y quiso saber que pasaba. Se llevó en rastras a Don Félix, que estaba inconsciente en el suelo; le habló a sus hijos para que la ayudaran a meter a su padre.


Al siguiente día, Don Félix narró lo que había visto. Nadie dijo nada, hubo silencios. Y esa experiencia había quedado en el pasado. Hasta que yo, ese día, conté con detalles, mi experiencia paranormal, con eso, que yo creía era un Charro Negro.

Mi vecina y amiga Deya me dijo que mejor fuéramos a mi casa a ver la televisión, porque sus papás ya estaban 'chocheando'. Pero eso que dijo Doña Yola, sobre el árbol gigante que estaba en el patio de la casa, me dio mucho que pensar. Recuerdo que desde que llegamos había estado ahí. Que a mi madre no le gustaba, porque tenía un aspecto terrorífico.


Sé que nos mudamos a la casa cuando yo tenía 5 años, Eddy 4, Alexa aún no nacía. Recuerdo también, la noche que mi mamá tuvo los dolores de parto muy fuerte, y una noche se fue con mi papá. Nos dejaron solos a Eddy y a mí, estábamos dormidos, pero yo me desperté porque escuché que cerca de ese árbol gigante alguien gritaba. Pero yo era una niña, y no sabía distinguir la realidad del sueño. Creí que soñaba. Y Eddy y yo solos en la casa. Pensábamos en mamá, en su dolor, y que pronto llegaría nuestra hermanita. No pensamos en nada más.




★ ★ ★






A mis amiguitas de la primaria, mis siete amigas, dejé de verlas. Pues la escuela se había convertido en un caos. Mi hermano no tenía maestra, llevaban varios meses sin maestra porque sin motivo abandonó la escuela. Sólo le dijo a la directora, que ya no volvería a dar clases. No supimos nunca más de la maestra Rebeca. Además, la escuela estaba de luto, pues era reciente, que un maestro había perdido la vida junto con su esposa y dos hijas. Un trailero se había metido con todo y su unidad, a la casa del maestro Leobardo. Como dormían en el primer cuarto. La muerte fue instántanea. Los cuatro murieron.


Las madres de los alumnos constantemente decían que por la escuela corría la mala suerte. Así que sacaban a sus hijos. Mi madre, no tardó mucho en hacer lo mismo. Decidió sacarnos a Eddy y a mí de la escuela. Yo no dije nada, pues la escuela me producía temor. Había algo raro en ella. Como una especie de mala energía o algo así.


Me despedí de mis amiguitas y también de la maestra Lucila. Y a la semana siguiente, yo ya tenía uniforme nuevo, escuela nueva y compañeros nuevos por conocer. Desde el primer día me miraron con curiosidad. Yo no quería hablar ni simpatizar con nadie. Me estaba volviendo una niña antisocial. Introspectiva y tímida. Dos niñas, Virginia y Edna se acercaron a mí para darme la bienvenida, en el recreo me llevaron a conocer la escuela y me regalaron dulces. Agradecí mucho el gesto y pensé que para ser el primer día no había estado tan mal.


Mi vida fue normal en la escuela, era una niña disciplinada, seguía odiando las Matemáticas, pero mi compañerita Mara me ayudaba a entender mejor. Me convertí en los primeros lugares y eso era para mi mamá un orgullo. Todo pasaba normal.



En una ocasión, invité a unas amigas a mi casa, después de hacer la tarea, quería que diéramos un paseo en bicicleta. Enfrente de la casa, había un enorme campo. El campo donde había encontrado a Misifú. A Virginia y a Conchita le encantaban los gatos, querían mucho a Misi. Cuando paseábamos en bicicleta, nos habíamos alejado un poco; pero, desde el campo se veía mi casa. Virginia encontró una cruz blanca, tropezó con ella. Cuando yo pasé con la bicicleta por ese lugar sentí que alguien me jaló hacia atrás. Conchita se calló. Las tres nos vimos a la cara. Yo sabía la historia del porque estaba esa cruz en ese lugar y les conté.



Una tarde del 27 de diciembre de 1987, Julia había salido de su trabajo con algo de prisa. Pues deseaba llegar a la cita que había programado en una estética para arreglar su cabello y darse una manita de gato. Ya que al siguiente día, su novio Marcos iría a su casa a pedirle matrimonio. Ya todo estaba arreglado para la cena. Pero Julia, quiso asistir a su cita con la estilista. Tomó el camión y camino varias cuadras. Estaba nerviosa. La señora Mary la dejó hermosa. La cara de Julia estaba iluminada, no sólo por su nuevo look, sino por el amor que emanaba de sus poros. Te ves hermosa—le dijo Mary—. Gracias a ti—le dijo sonriente Julia. Se despidieron. Y Julia salió presurosa. Vio que ya había oscurecido, caminó apresuradamente. No se veía un alma en la calle. Estaba muy oscuro, hacía bastante frío, -1 grado bajo cero. La mayoría de las personas ya estaban en sus casas. El reloj marcaba las nueve y cuarto. Los tacones de Julia resonaron. Se dio cuenta que la seguían. Tuvo temor, y siguió caminando. Tres hombres la alcanzaron, uno de ellos le tapó la boca. Nadie escuchó nada. La golpearon, la jalaron de los cabellos, y en un lugar, en donde estaban dos torres eléctricas, en el césped frío, le arrancaron la ropa, la violaron. Seis manos la habían matado. La arrastraron toda la avenida, ya muerta, y sin ropa. Y la dejaron en el campo. Ese campo en el que todos alguna vez habíamos jugado. Ahí la tiraron como muñeca rota. Y se fueron riendo. Lo habían disfrutado. A la mañana siguiente, muy temprano, el señor que surtía los refrescos de Pepsi, había visto un 'maniquí'. El surtidor le dijo a Doña Petra, la mujer más chismosa de la colonia, que había visto algo que parecía un maniquí. Era un cuerpo de mujer, blanco, blanco, no sabía si del frío que hacía, un cuerpo desnudo, con una ondulante y larga cabellera marrón. Toda la colonia se despertó con el rumor. Era una escena de horror. Por la avenida se veía la ropa esparcida, un tacón por acá y otro tacón por allá, la bolsa de mano también estaba en medio de la calle. Y todos temieron. Mi madre se espantó. Le hablaron a la policía y cuestionaron a todos los vecinos. Mi madre les dijo a los policías que ella no había visto nada, que estaba con la bebé y que no había salido en toda la noche, pues mi padre andaba de turno de noche. Todos dijeron que no habían escuchado nada. Un par de horas, Mary, la estilista se enteró y lloró desconsoladamente. Buscaban a los familiares de la mujer muerta y tirada en el campo. La madre de la difunta llegó y cayó en crisis de histeria, pero sí, ella era su hija, la que nunca llegó a la casa. Su cuerpo desnudo yacía en el campo”.


Y esa es la historia, les dije a Vicki y a Conchita. La historia que me contó Doña Petra, Doña Yola y mi madre. Una historia que yo sabía y que me desgarraba el corazón. Muchas veces miraba a través de la ventana de mi cuarto, hacia el campo y sentía escalofrío. Más nunca tuve miedo. Hasta ese día claro.

Regresamos a la casa, mi madre nos dio de comer; platicamos, vimos un rato la televisión y jugamos con Misi. Hasta que era hora de despedir a mis amigas. Yo notaba a Virginia raro, su cara era de miedo. Le pregunté que si le había dado miedo la historia que le había contado. Y comenzó a llorar. Yo no entendía porque Vicki lloraba. Yo sé que la historia puede conmover a cualquiera, pero me pareció exagerada su actitud. Hasta que me dijo que cuando estábamos en el campo, y yo contaba la historia. En la ventana de mi cuarto, estaba parada una mujer, con una cabellera larga y abundante, ondulada y de color marrón. Con piel blanca, blanca como la nieve, pálida y triste nos veía desde mi cuarto.



Vicki seguía llorando y temblando de miedo. Mi mamá quiso tranquilizarla, tuvimos que hablarle a la mamá de ella para que viniera. Virginia había caído en una especie de crisis de histeria. Y el temor se reflejaba en su rostro. No he olvidado esa cara de terros, en los ojos de Vicki habitaba el miedo.


Yo no vi nada, creí que Vicki se había asustado tanto y que se había sugestionado. Pero después de eso, varias amigas me decían ver una mujer pálida asomándose por mi ventana, que es el cuarto que da a la calle y al campo donde Julia fue dejada. No, en ese entonces nunca la vi, pero sentía una presencia femenina y un olor a gardenias. Aroma que Mary le había dicho a mi madre, que Julia usaba.
 
 
 
 
 

domingo, 23 de marzo de 2014

ALMAS PERDIDAS. Capítulo 3: El Charro Negro


ALMAS PERDIDAS




Capítulo 3: El Charro Negro




Esa noche la de la aparición fantasmagórica yo acababa de apagar la radio, no quise levantarme de la cama, y sólo jalé la mano para desenchufar el cable. Misifú me hacia compañía, se encontraba cerca de mis pies. El cuarto estaba muy oscuro, pero no me molestó, pues necesitaba descansar de mis ojos por tanta lectura diaria.

Estiré mis piernas a lo largo de la cama, cerré mis ojos y ya estaba preparada para domir cuando comenzó a escucharse mucho viento. El viento tenía un sonido espeluznante, y yo que acababa de escuchar relatos de terror de la gente que hacía llamadas al programa de radio de La Mano Peluda, sentí un escalofrío tremendo. Ese miedo se lo transmití a Misi, pues de estar al borde de la cama, se acurrucó muy cerca mío.


Las ventanas y los vitrales de la casa eran sacudidos por el viento. Mis papás y hermanos estaban ya dormidos. Me mantuve alerta, con los ojos bien abiertos. El viento tenía voz propia, creí que también silbaba. Y de pronto se escuchó un tronido muy fuerte en la planta baja. Yo agarré las sabanas y me tapé la cabeza, como si las sábanas fueran a defenderme. Temblé bajo de ellas. De pronto, se escuchó el rechinido de mi puerta, alguien la había abierto. El corazón me palpitaba a mil por hora. Tuve la esperanza de que fuera mi madre, la que la había abierto. Pero para mi sorpresa no era ella.


La puerta de mi cuarto se abrió completamente. Supuse que fue por el viento. Alcé mis ojos hacia el pasillo que daba a los demás cuartos. Me levanté de la cama y por unos minutos me pare detrás de mi puerta abierta. Y fue al final del corredor que vislumbré una silueta negra, medía como dos metros, y vi una especia de sombrero, un sombrero de charro. Quise gritar, pero no pude emanar grito alguno. Misi estaba a un lado mío y comenzó a 'esponjarse' a ponerse en guardia. Pero esa silueta estaba parada afuera del cuarto de Eddy y traspasó la puerta. En ese momento corrí a mi cama, Misi también corrió. Y de nuevo bajo las sábanas pedí a Dios que me protegiera, que protegiera a mis padres y a mis hermanos, pues eso que yo había visto, no era de este mundo.


No supe a qué hora me dormí, o si acabé rendida de tanto orar. Mi mamá se encontraba en la cocina, y le pregunté qué por qué no se había despertado con el ruidazo de anoche, con tanto viento. Ella me lanzó una mirada de confusión.


   —¿Cuál viento Elisa?—me dijo mi madre—Yo no escuché nada.

 
   —Mamá, pero estaba fuertísimo el viento, ¿por qué no lo escuchaste?

   —Hija, pues ¿a qué hora fue eso?

   —Pasadas las 00:00 horas

   —Tú papá y yo nos dormimos temprano.

   —Bueno mamá, eso no es tan importante, lo que te quiero platicar es muy serio. Pero tienes que creerme.

   —¿Qué pasó? Dime ya—mi mamá ya muy preocupada por mi semblante y el tono de mi voz.


   —Mamá, anoche después de escuchar la radio, se escuchó mucho viento, no entiendo por qué no lo escuchaste. Pero vi 'algo' en el pasillo.

  —¿A qué te refieres con algo hija?


  —No sé como describirlo, era algo muy alto, con ropa negra, con sombrero de charro, era un charro negro.

  —Necesitas dormir bien y no desvelarte tanto como acostumbras -me dijo mi madre.

  —Pero mamá, créeme, en verdad te digo, que anoche vi algo raro al final del pasillo. No era papá, tampoco era Eddy, ellos no son tan altos ni delgados. Aparte, ese 'algo' traía sombrero. Era algo, muy alto y delgado... te estoy hablando que ya era madrugada.

  —Por eso mismo hija, quiero que ya no te desveles, ni te duermas a esas horas. Ni que andes escuchando tanta historia de terror, eso te está afectando, tanto que ahora dices ver cosas raras.

  —Pero... — poniendo gestos de fastidio— Está bien, lo haré.

 


Lo que vi aquella noche me intrigó, también sintí correr el miedo por todo mi cuerpo, como algo que electriza la piel. Era la primera vez que tenía esa sensación, jamás me había pasado algo similar. No sólo yo lo había visto, pero Misi obviamente no podía afirmar mi visión. Misifú era testigo mudo.


La siguiente noche fue cansada, quise dormir temprano, pero sólo pensar en el suceso vivido la noche anterior estuve en vela. ¿Qué era aquello? ¿Era un ser del más allá? ¿Por qué sólo me había ocurrido a mí? ¿Me habría pasado por ser fiel seguidora de La Mano Peluda? ¿Era una broma del destino?.


A las 10 de la noche, ya estaba en mi cama, junto a mí también estaba Misi. Escuchábamos de nuevo los relatos de terror; la voz de Juan Ramón Sáenz ya era conocida para nosotras, ya nos resultaba familiar.


Para sorpresa mía, un radioescucha había hablado a la estación de radio para narrar una historia de terror, una experiencia sobre un charro negro. A Miguel Ángel Barajas le había pasado lo mismo en Veracruz, cuando el tenía 14 años, en el municipio de Coscomatepec.


A Miguel Ángel se le había aparecido una noche por la sierra, una entidad de dos metros, en un caballo. En el pueblo hablaban del Charro Negro, que era ni más ni menos que el Diablo en persona.





(Continuará...)




Domingo de regreso y otro día de lluvia






No sé si lo notaron, pero estuve ausente cuatro días... bueno, andaba de aquí para allá... se supone que eran días de vacaciones, pero esos días que pides de vacaciones para descansar de la rutina de oficina. Quería descanso mental y estar con mi bebita. Así que ahora me pongo al corriente con las lecturas de los relatos jueveros. . Lo sé... tengo pendiente un capítulo de mi historia... pero todo a su tiempo.
 
Otro día lluvioso, se supone que es primavera, y la verdad es que en estos momentos prefiero el sol...

martes, 18 de marzo de 2014

Este jueves, un relato: Sobre sonidos y aromas de primavera...


 
  

 
  



Sobre sonidos y aromas de primavera...


 

 
En la región donde vivo el clima ha jugado un poco con nosotros. Clima bipolar han dicho algunos. Tienes que tener a la mano ropa de invierno y ropa para temporada de calor, ya no sabes si sales con el sol, y regresas con nieve. Eso ha hecho que mucha gente ande enferma o con alergias. Se dice que la primavera ya se ha adelantado. Y la salida del astro sol la verdad que alimenta de energía. Nos sentimos más vivos. Hay más luz por las tardes, los árboles enverdecen y en las mañanas puedes oír cantar los pájaritos, como llenos de alegría. Las personas pasan más tiempo en sus terrazas platicando, se duermen más tarde sin importar que al día siguiente tenga uno que levantarse temprano. Nuestra vestimenta también cambia, nos alejamos un poco de nuestros abrigos negros y grises y los cambiamos por ropa más colorida, más fresca, que nos hace sentir a tono y alegres. ¿A que suena la Primavera?... suena a pájaritos cantar por las mañanas, a patitos disfrutando nadar, a niños cantando en su andar, a aves emigrando, el croar de los sapos, el suave frescor rozando con las ramas de los árboles. La primavera huela a campo, huele a flores, a mar. Olor a césped mojado, a hierba cortada, a plantas y diversidad de flores. Hay en primavera cielos azules y más noches estrelladas.




Más relatos jueveros sobre sonidos y aromas de primavera... y otoño... con Gus.

Palabra 12 de 52.- SOL




 SOL




Me gusta su presencia

todas las mañanas,

que entre por mi ventana,

saludándome con su esplendor.

Yo que soy nocturna,

que vivo de ncohe

y duermo de día

el con su brillo

ilumina mi día.

Pero ahora,

hay un sol de invierno,

es marzo, pero el sol

ha sido juguetón,

se ha escapado

ha desaparecido

y vuelve después de

días de ausencia.

Días frescos donde

añoramos su calidez.

El sol espera su turno

para llenar los parques

donde juegan los niños

con su rayo de luz.
 
 
 
Más soles con nuestra amiga Sindel.

domingo, 16 de marzo de 2014

Premio Liebster Award


He recibido otro premio, ahora viene de parte de Loquita Diplomada. Muchas gracias.


 

Las reglas consisten en mencionar a quién otorgó el premio, reponder las preguntas que Loquita haya publicado y nominar a once blogs con menos de 200 seguidores. Avisarles.



1.- ¿A qué se debe el nombre de tu blog?

Hace ya muchísimos años, buscaba un seudónimo, porque en ese entonces participé en un concurso de poesía, y mi color favorito es el azul... así que pensé y pensé en un seudónimo... me encanta la palabra lapislázuli, pero es muy usada.... entonces cuando escribí Azul... sólo agregué "ia"... aunque ahora he visto en Google algunas librerías y grupos llamados Azulia... pero, en ese entonces... en el año 1995... aún no había indicios ni rastros del nombre Azulia... En realidad yo no me llamo así... yo me llamo Soraya Elizabeth... mi primer nombre no me gusta... pero todos me conocen así, y Elizabeth, así me llaman muchos... pero mi hijita... ella sí se llama Azulia.


2.- ¿Piensas que escribir en un blog puede abrirte las puertas para alcanzar metas más ambiciosas como publicar un libro?

Yo creo que para algunas personas sí, porque se dan a conocer e inician proyectos. Yo jamás he pensado en publicar un libro. Conozco gente que vive de eso, de las publicaciones, y otras tantas que les gustaría pero no les ha llegado la oportunidad.


3.- ¿Cuando escribes tienes interés por alguna temática en especial?

Sí... creo que me fijo metras y proyectos... por ejemplo... estoy con esta historia de Almas Perdidas, de tema paranormal... estoy escribiendo también sobre la historia de Javier, un narco, tema narcoliteratura... estoy con otro proyecto de poesía, tema femenil... Entonces si me pongo temáticas.... en otras ocasiones lo que vaya fluyendo... Creo, por ejemplo, en la poesía que las palabras fluyen y no es tan buscado ni artificioso.

Y en los ensayos literarios pues también se parte de un tema en cuestión.



4.- ¿Qué te hace decidir ser seguidor de un blog?


El contenido, la manera en que escribe o se expresa, la persona que escribe, la interacción que se da entre los blogs.


5.- Si tuvieras que obsequiar un libro ¿Cuál elegirías?

Primero tendría que saber que gustos tiene, por ejemplo tengo un amigo que es muy fanático a la Literatura oriental, libros sobre el Islam y cosas así, entonces, tendría que ver mucha a quien va dirigido el regalo.



6.- ¿Existe algún personaje literario con el que te identifiques?


En ocasiones, me he identificado con algunos personajes, sobre todo si son reflexivos, si les gusta meditar, analizar. Me identifico mucho con Lavinia, personaje de Gioconda Belli, y también me identifico con la poeta Silvia Plath.



7.- ¿Qué momento del día te inspira más para escribir?

En la noche, bueno madrugada, para ser más específica.



8.- Si tuvieras que reencarnarte en alguien ¿En quién te reencarnarías?

No me gustaría reencarnar, me hubiera gustado haber nacido en otra época, pero reencarnar no.



9.- ¿Cielo o infierno?

Un equilibrio entre los dos.



10.- ¿Pienas que existe vida inteligente en otros planetas?

Si, si creo en eso.


11.- ¿Sospechas que quién suscribe podría ser un extraterrestre?

Quien sabe, todo puede pasar...





(Bueno, cabe mencionar que no los he escogido porque tengan menos de 200 seguidores, sino porque son sólo algunos de muchos de los blogs que sigo, en verdad todos se lo merecen por dedicación, disciplina y talento en sus blogs, así que sean libres de tomarlo o no tomarlo, lo importante es divertirse, aceptar el premio que se nos brinda y a través de las respuestas dar un poco de nosotros. A los que no mencioné es porque ya otros se los han dado, pero todos merecen un premio)





Y mis nominados son...













 
Y ÉSTAS SON LAS PREGUNTAS PARA RESPONDER A MIS NOMINADOS


1. ¿A qué edad comenzaste a leer cuentos, novelas o poesía?

2. ¿Recuerdas alguna lectura de tu infancia?

3. ¿Qué libros te han regalado?

4. ¿Cuál es tu frase favorita?

5. ¿En que te basas para escribir? ¿Algún tema o es espontáneo?

6. ¿Te gustaría publicar algún libro?

7. Menciona 5 de tus libros favoritos

8. ¿Cuánto tiempo le dedicas al blog?

9. Describe como eres emocionalmente.

10. ¿Crees que la lectura da cultura?

11. Si te ofrecieran publicar un libro, ¿de qué trataría?








miércoles, 12 de marzo de 2014

Este jueves, un relato: De cañas


"DE CAÑAS"




¿No sienten que el tiempo se pasa volando, y que a veces en la jornada del día, quedan cosas inconclusas, actividades que dejamos pendientes por hacer?. Cuando cae la noche, el deseo que tengo es llegar a la casa, y aventarme en la cama y no saber más, y soñar. La propuesta juevera de Emejota, es sobre 'salir de cañas'. Al principio, no entendí el término, no me refiero a la palabra, sino a las varias interpretaciones que puede tener. En México, caña, es una planta que proviene del sur, es comestible. Pero al leer los relatos de los demás jueveros, ya entendí hacia donde iba el asunto.


Les cuento que he tenido desde el domingo, sí, también trabajo los domingos (chalalalala.- pero en tono triste)... Bueno, no me quejo de trabajar, pero llevo ya tres días con una especie de estrés de oficina... y ha habido muchísimo trabajo... mis vacaciones no se cuando vendrán.... y ya hace tiempo que no 'me voy de cañas' con mis amigas a pasármelo bien.


En el 2010, fue la última borrachera, que yo pude haber tenido. Me gusta el vino, el vodka, el tequila... en fin, pero eso sí... todo con moderación. No tomaba con frecuencia ni era una alcoholica ni nada por el estilo, pero ese año, malamente quise divertirme un poco y salir de una depresión sentimental. Yo, que tanto odio que las personas alcoholicas tengan un motivo para beber. Pues mi motivo en ese mes de abril, era depresión, y no una depresión pasajera... sino una depresión que ya venía desentonando años atrás. Una gota derramó el vaso y se veía venir.


Una amiga, a la que quiero muchísimo, al verme así tan mal, pues que me invita a una noche de copas, noche de amigas, buen momento, pasar una noche amena. Habíamos comprado boletos para una tocada musical. Éramos tres, en un viernes por la noche. Todo parecía ir bien. Pero vi demasiada gente en el lugar llamado Jardín Cerveza. Eramos demiasados, que casi no se podía respirar y al caminar te topabas de hombro a hombro con las personas. Total, me sentí como en un mercado, en donde muy apenas se podía dar paso.


Mi amiga Marisol fue a la barra a comprar las bebidas, tremendos vasos. Eran muy grandes, yo, no estaba tan acostumbrada a beber cerveza, que con un litro de cerveza ya comenzaba a marearme. De vez en cuando fumaba, y esa noche los cigarrillos también eran compañeros. Marisol me compró otro litro de cerveza y yo comencé a entrar en broma y reírme por cualquier tontería.


Recuerdo que en ese lugar vi algunos niños, me pareció raro ver a niños en un lugar para adultos. Pero dizque había ambiente familiar. Yo, que tengo ahora una hija de un año, no me atrevería a llevarla a esos lugares, pero en fin, cada quien sabe lo que hace. No soy quien para criticar.


Salimos del Jardín Cerveza para dirigirnos al redondel musical, veríamos a un grupo llamado Intocable. Pues yo más que caminando en línea recta, parecía que iba zigzagueando y recárgandome del hombro de Marisol. Rosy era la única en sus cabales.


Yo no era yo, pero ese día quería olvidar mis penas. Sólo escuchamos tres canciones del grupo musical, y se escucharon disparos... muchas detonaciones. El grupo corrió a sus camerinos, y la gente comenzó a correr, a aplastarse unos contra otros, gente en el piso, pisándose, aventándose... Marisol gritando como loca, Rosy llorando... y yo... sólo dije: “No mames”.

Ese día, en el que según yo quería olvidar mis penas, pues fue un día que no he olvidado... ver la muerte así de cerca.


Habían matado a uno en un ajuste de cuentas, los narcos acaparando lugares y llevándose en el camino a gente inocente.

Todos gritando por la balacera, y yo pecho a tierra para que no me alcanzara una bala. Recuerdo que en eso momento pensé en mis padres. Y me sentí mal por ellos, porque yo andaba de copas, justo en medio de un enfrentamiento de la delincuencia organizada.

Ese día, murieron muchas personas aplastadas, sofocadas... y no por heridas de balas... sino gente aplastada por otras gentes que corrían atemorizadas por la balacera.

Desde ese día, dejé de andar de copas, dejé el cigarrillo... y sé que en este año también abrirán de nuevo ese lugar... y no pienso volver a pisar.
 
 
 
Para más cañas jueveras en Brasero de Invierno.
 
 
 
 
 
 

lunes, 10 de marzo de 2014

Palabra 11 de 52.- PATRIA



"México, lindo y querido"
 
 
México, mi origen,
donde se encuentran mis raíces.
Patria, olorosa a tierra mojada.
Pesar de pesares,
país de dormidos y adoloridos,
en donde habitan los sueños perdidos.
¿Dónde está la libertad conquistada?
¿Las luchas con sangre derramada?
Pero mis padres me enseñaron el amor.
Desde niña aprendí a amarte, a ti,
México, a tus colores.
Enamorada de mi país, de mi ciudad.
Me duele tu dolor y tengo
la misma herida.
Nada hay que se iguale a ti,
a un mariachi, al tequila, al nopal,
a la calidez de un mexicano.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Para leer más patrias con nuestra amiga Sindel.
 
 
 
 
 

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