Después
de lo sucedido con Vicki ya no quiso regresar más a mi casa, si nos
dejaban alguna tarea o el simple hecho de juntarnos para pasar la
tarde, lo hacíamos en casa de Conchita. No se lo tomé a mal,
respeté su decisión. Para mí era agradable salir de casa y caminar
hacia casa de Virginia.
No
volvimos hablar del tema, si Julia o no se había parecido en mi
habitación era algo que no me preocupaba, pues no sentía energía
negativa. Además en ese entonces no la vi, sólo percibía algo, más
en mi niñez no vi ese fantasma que se asomaba por la ventana de mi
cuarto, del que algunas compañeritas me habían comentado.
La
duda era el por qué en mi habitación, y porque en mi casa, si la
habían asesinado enfrente del campo de mi casa, pero no quise hacer
averiguaciones ni pensar más en ello.
★
★ ★
Todo
transcurría normal en ese verano, en el que yo tenía doce años.
Hasta que un domingo en la mañana me desperté con una rara
sensación. Como de vacío, un vacío que emanaba de mi ser. Y una
especie de infelicidad, de amargura.
Las
sensaciones producidas yo las relacionaba con el crecimiento, tanto
físico como emocional. El entrar a la adolescencia. La búsqueda del
ser, de saber lo que uno es y quiere ser. Siempre creí que mi cuerpo
era el de una adolescente, pero mi mente era el de una vieja. Creí
que ya había vivido muchas vidas y por eso en ocasiones tenía
recuerdos de casas, de gente, de sensaciones que obviamente no había
vivido pero que siempre me arrastraban a vidas pasadas.
Y
me volví introspectiva, huraña, misántropa. No quería
relacionarme demasiado, era muy selectiva en mis amistades. Y me
encerraba horas en mi cuarto a leer y escuchar música. Y tuve
cambios en mi cuerpo, en mi forma de vestir y hasta de sentir. Casi
todo me parecía estúpido.
También
me pareció estúpido que mi vecina Deya me invitara a pedir dulces
en el día de Halloween. Le dije que ya no estaba para esos trotes.
—Vamos
Eli, acompañanos, no seas amargada. Sólo acompañanos para que te
despejes un poco.
—Ash
no Deya, la verdad es que no es lo mío.
—¿No
es lo tuyo?—me refirió. —Pero sí tu eres una chica dark. —¿No
te encanta vestir de negro?
—¿Y
eso que tiene que ver?—le señalé.
—Pues
el Halloween también es para chicas dark.
—Bueno,
está bien, pero sólo un rato que tengo pendiente hacer tarea.
Y
Deya me convenció. Total, yo no iba hacer el ridículo. Sólo
acompañaría a los vecinos, a Eddy y Alexa que también se había
unido. Yo era una acompañante más.
Mi
mamá a regañadientes nos dejó ir, pues no le parecía eso del
Halloween, ya que ella había crecido en familia cristiana. Y para
los cristianos, el celebrar Día de Brujas es cosa del diablo.
Sí
bien recuerdo, cuando mis hermanos y yo éramos más chicos,
asistíamos a la iglesia, pero después nos fuimos alejando. Mi madre
comenzó a tener problemas con mi abuela. Y un día, sin decir más,
dejámos de ir a la iglesia. Mis hermanos y yo no teníamos religión.
Sin embargo, yo leía la Biblia con frecuencia y tenía temor de
Dios.
Alexa
llevaba en mano una calabaza que mi papá le había comprado para
echar dulces y quiso prestarle la calabaza de Eddy a Yudi, una
vecina. Pero a mi hermanita le dio pereza subir a la segunda planta,
y mandó a Yudi. Le señaló donde quedaba el cuarto de Eddy, era el
último cuarto, al final del pasillo. Tengo que decir, que el cuarto
de Eddy, era el típico cuarto de niño adolescente con manías, con
colecciones de autos, de poster, de videojuegos, de superheroes, de
peluches, en fin, de un montón de cosas que sólo él coleccionaba.
Yudi
caminó a lo largo del pasillo, nosotros la esperábamos afuera. Mi
madre estaba también afuera platicando con la señora Yola, la
vecina, la mamá de Yudi y Deya.
Sólo
esperábamos a Yudi, a que trajera la calabaza para que echara sus
dulces. Cuando escuchamos un grito, nos miramos, y mi mamá y Deya
corrieron escaleras arriba. Cuando vieron a Yudi en el suelo,
desmayada.
Sin
saber el por qué. La reanimaron con torundas de alcohol. No sabíamos
lo que había sucedido. Pero nadie salió esa noche a pedir dulces.
A Yudi la llevaron a su casa, y le hablaron a un doctor.
Aparentemente era un desmayo, todos sabíamos que Yudi, era flaquita,
que no comía bien, que se mal alimentaba, atribuimos su desmayo
quizá a alguna anemia mal atendida. Pero no fue así.
Mucho
tiempo pasó para que Yudi confesara la verdad a su madre, sobre lo
que había pasado esa noche, en el cuarto de Eddy. Después de lo
ocurrido había caído enferma. Se le vino un debilitamiento físico,
la alimentaban a la fuerza, porque ella no quería tomar alimento. Y
desde ese día sufrió de convulsiones.
Nadie
comentó nada, del acontecimiento de Yudi en la noche de brujas. Pero
años después. Mi madre y yo sentadas en la cocina. En ese lugar en
el que muchas veces platicamos, y que casi susurrábamos porque
sentíamos que las paredes oían. Me confesó que Doña Yola, le
había dicho muy preocupada, que Yudi le había referido el
acontecimiento.
Alexa
le había dicho que fuera al cuarto de Eddy por la calabaza, para que
ahí echara los dulces que pedirían en la colonia. Yudi era un año
menor que yo, pero era muy amiga de mi hermana, a pesar de las
diferencia de edad. Ella dos se llevaban muy bien. Yudi y yo nunca
nos entendimos, quizá porque ella era muy infantil. Yo nunca le
pregunté sobre lo ocurrido aquella noche. Sólo sabía que desde ese
día tenía convulsiones y que tomaba medicamento para evitar
recaídas como la que había tenido esa noche.
Pero
en una ocasión Yudi quería decírselo a su madre, ya habían pasado
años, pero creyó necesario decirlo y prevenirnos a nosotros, sus
vecinos. Esa noche, cuando Yudi abrió el cuarto de Eddy no supo
donde se encontraba el interruptor. En el cuarto sólo se podía
divisar una tenue luz de luna que entraba por una de las ventanas, en
ese momento se sintió un viento fuerte y helado. Mi hermano tenía
puesto en el sillón un disfraz de diablito, que había utilizado
para una obra de teatro en su escuela, había llegado y lo había
aventado en el sillón. Pero sopló el viento y en esa noche oscura,
el disfraz tomó vida. Algo se había alzado dentro de esa vestimenta
roja. La capa comenzaba a moverse al compás de ese viento extraño.
Y un trinche comenzó a volar por la habitación. Unos cuernos
habrían cobrado vida. Y un ser demoniaco estaba enfrente de Yudi,
asustándola para toda su vida.
3 comentarios:
Da la impresión de que el fenomeno fantasmal es más generalizado que lo que podía esperarse capitulos atrás, que más grande que tu casa.
Me da la impresión de que las apariciones de Julia se deben a que estaba preocupada por vos, con la aparición del charro negro. Tal vez fue haya influido algo la presencia de Misifu. Se dice que los gatos tienen algo especial con lo extraño.
Hola Azulia.quiero dejarte mis saludos y muchos besos de luz.
En lo fantasmal no me meto. Me dan escalofríos.
¡FELIZ DIA !! :)
Pobre Yudi, no quisiera haber estado en su posición. Será en la mentalidad de la niñez que se imaginan cosas o en realidad pasaran? Muy buen escalofriante relato.
Saludos
Publicar un comentario