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miércoles, 28 de mayo de 2014

Este jueves, un relato: De doble sentido











"ESTAMOS HASTA EL COPETE"





Hoy en día se truenan a los leales,

a esos que combaten contra los grandes delincuentes

Es urgente terminar con esa ola de violencia que nos azota.

Juntos, abrazados como hermanos

podremos derrotar al enemigo,

para no morirnos abrasados en este cruel castigo.

Pero estamos hasta el copete, de este 'Copetes' que tenemos

como nuestro Presidente, pues mal dirige a esta Nación,

así como no sabe, ni inventa, sólo dice mafufadas.

Todos los días estamos en cólera con los diputados,

ya pagamos tanto de agua, tan podrida, que nos puede dar cólera.

Al igual que la corriente que ha estado muy alta en este mes,

por esta causa, no tenemos ni para ropa decente y usamos la

más corriente.

Para el año que viene voy a poner en mi entrada, un borreguito de

lana, y que el negocito me de otra entrada, ya que a mi viejo se

le están notando más la entradas.

Ya de tanta pobreza y mal pasadas tendré que vender

mi órgano, y también es buena idea que vaya teniendo mi tarjeta,

de donador de órganos.

Espero que al menos alcance para regar mi planta, pues es muy

bajo el salario de la planta, que de tanto trabajar, ya me duele

las plantas.

Más ahora, no se puede negar, que mucha gente

está más al pendiente del juego de Mundial que tantos casos

de bullying que hay que terminar.

Más al pueblo dénle novelas y futbol,

no importa que no haya ni para el arroz.
 
 
 
 
 
Para más relatos jueveros de doble sentido, pasen y visiten a Auxi.
 
 

martes, 27 de mayo de 2014

Palabra 22 de 52.- Recuerdo

Recuerdo








Plasmados en fotografías
quedan los mejores días
en el que habían sonrisas
y un montón de alegrías.
En aquellas cartas,
con muchas bellas palabras
que sentiamos al expresarlas
En aquel parque
al hablarnos de amor,
en el que ahora
pesa más tu ausencia.





Para más recuerdos con nuestra amiga Sindel.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Este jueves, un relato: Me perdí en la noche


                             Imagen de Gaby, de Mis Letras Insomnes
 
 
 
 
En la madrugada, al llegar de un día agotador, de muchísimo trabajo. De cosas y asuntos que resolver, veo a mi lado el sueño tranquilo de mi niña, su respiración tranquila y la calma que habita en nuestra casa. A lo lejos se escucha alguno que otro maullido, de gatos arañando la luna. De brisa fresca que recorre los patios y pasillos de las viviendas aledañas. Y pienso en los días, en las semanas, en los meses que van pasando en este agitado año. ¿Siempre transcurrirá tan rapido?

Y pienso a veces, en esas notas que me toca redactar: en esa madre que ha perdido a su hija, en esos niños que han perdido a su padre, en esa abuela que se ha quedado sin hogar, en las niñas huérfanas y perdidas. Cierro mis ojos, como buscando alivio interno. Las cosas suceden. ¿Qué no sucederá?

Los días y las noches, el trajín diario. Y recuerdo, esas noches internada en el hospital, esas tres difíciles noches que dormí en una cama de hospital, que pude prescindir del celular, pude vivir sin checar mi facebook, comía sólo lo necesario y el agua necesaria. En la madrugada, ya sin enfermeras, me moría por un vaso de agua, y sin permiso, me levanté, quité el tubo adherido a mi vena y le robé a la paciente de a lado un vaso de agua de su jarra. Ella me miró, y sonrío. Te van a regañar me dijo. No, si no dices nada, le contesté.

Y ahí, en medio de tanta enfermedad, de tanto dolor. Sólo distinguía el tiempo adivinando los cambios naturales del día. Adivinaba las horas por las comidas, por las visitas de los doctores, por las enfermeras.

Y estuve muy cansada de estar ahí, por mi ventana, podía ver como caía la noche, y añoraba salir de ahí, veía la vialidad, los carros vistos desde el edificio como hormigas de colores. Y quería perderme en la noche, quería disfrutar del viento, de las calles, de las luces, de los árboles, de la luna. Odio estar enferma, me dije a mí misma, y me quede dormida de cansancio, me puse a soñar.
 
 
 
 
 
 
Para perdernos en la noche con nuestros demás compañeros, visiten a Cecy, en Simona, la luna y yo.
 


martes, 20 de mayo de 2014

Reto: ¡Yo escribo! (7)


¿Crees en la ética de las editoriales para con los autores?





Y siguiendo con el reto de Eleazar. Esta es la pregunta número 7, la penúltima.



Jamás se me ha pasado por la mente publicar, ni tocar puertas, ni he pensado en escribir algo, para que ese algo se venda. Así que no puedo hablar mucho de algo que desconozco. Escribo porque me gusta hacerlo, porque me gusta expresarme por medio de la palabra escrita. Pero ya el hecho de publicar y vender es un trabajo que me imagino que es pesado, que exige, requiere mucho tiempo, disciplina, responsabilidad, mucha energía. Y es algo que hasta ahora no me he propuesto.



Conozco gente que ha publicado y le ha ido genial. Conozco esa otra gente que ha querido publicar pero no ha tenido la suerte o la fortuna de que se le publique.


Conozco esa gente que publica porque tiene palancas, porque tiene conocidos, porque se desenvuelve en muchos ámbitos y conoce gente, y así gana terreno y gana confianza.


Conozco gente que ha publicado porque se le ha facilitado una beca y por ende se le ha dado la oportunidad de publicar.



Conozco muy malos escritores que han publicado.


Conozco gente talentosa, que escribe más que genial, pero que prefiere vivir en el anonimato y escribir para sí, o para unos cuántos.



Conozco gente muy tenaz, que participa en convocatorias y concursos literarios y como premio publican, y eso es realmente bueno.


Conozco gente que escribe super bien y que ha publicado, eso es gracias a su espíritu de escritor y a su osadía, y me parece buenísimo que publiquen y que podamos leerlos.



Hay de todo. Cada quien tiene su historia. Pero bueno, son más las gentes que escriben genial y que no publican.
 
 
 

Reto: ¡Yo escribo! (6)


Bueno, no me gusta dejar las cosas inconclusas. Siento que es una falta de responsabilidad no terminar con algún proyecto que uno haya empezado. Yo no lo terminé, creo que me enfoqué a otras cosas. Así que lo retomo de nuevo hasta terminarlo.

La sexta pregunta del reto ¡Yo escribo!, no era una pregunta como tal, sino escribir un microrrelato de extensión libre sobre una imagen que se nos dio.



                                                              Montiljo© DeviantArt

Nos invade la monotonía, el transcurrir del día a día. El peso del costal que cargamos a nuestras espaldas y sólo esperamos la libertad. Y no es porque estemos sujetos a cadenas, sino no somos tan libres como pensamos ni como deberíamos. Todos aclamamos un vivir digno. Digno para nuestras familias, para nuestros hijos para nuestro porvenir. Vivir en la incertidumbre es fatal, pero cómo podemos construir un buen futuro si el presente se nos tambalea. Y vivimos en la angustia y en la ansiedad de nuestras calles, del aire que respiramos, del dolor propio y ajeno. Añoramos nuestra infancia, porque en ella no había tales preocupaciones. La infancia es pura. No hay maldad en los niños. Y nos queda la esperanza, la fe del cambio. Vemos una luz resplandeciente que nos invita a seguir creyendo, a luchar. Con las palabras tejemos nuestros sueños y esperamos que estos sean palpables. Retornamos a nuestra inocencia y vemos ese brillo tan especial del sol. Y esperamos volar, volar sin caernos y columpiarnos hasta que no tengamos más fuerza.






lunes, 19 de mayo de 2014

Palabra 21 de 52.- PLAYA


 
 
 
 
 
Muchas miles de palabras

que se sumergieron en aguas

de promesas ya olvidadas

en esta gran distancia.



Yo me vuelvo espuma

y tu golpeas mis olas

te desvaneces allá

en el lejano horizonte



Aquí en la playa

mi sueño y mi ilusión

se desvanece en la arena,

y mi mar es una emoción contenida.



Más me llevo la magia

todo el misterio

esta brisa cálida

y todos tus silencios.
 
 
 
 
 
 
 
 
Para disfrutar de más playas visita a nuestra amiga Sindel.
 
 
 
 
 

miércoles, 14 de mayo de 2014

Este jueves, un relato: El Patio






Ahí se quedaron ajenos los murmullos y risas de niños, en ese patio de mi niñez, que me vio crecer y me vio partir. Tantas noche observé las estrellas, testigos vistosos de mi alegría desbordada. Ese espacio conformado por bellas flores, por un jardín que a mis pies era inmenso. En el fondo un pozo, de agua cristalina, donde veía mi rostro sucio y mis cabellos enmarañados. Había un árbol, robusto y frondoso, de aspecto monstruoso, que nos daba sombra, de vez en cuando los pajarillos se paraban y brindaban cantos divinos. No sólo nos brinda una sombra donde descansar, sino un lugar para soñar. Muchas mañanas con brisa fresca, muchas noches de luna me vi andar en ese gran patio. Los libros, ternos acompañantes de una niña en inocencia y soñadora. Quiero escribir, siempre lo dije hacia mis adentros; botones de flores alegres me escuchaban y se mecían. Muchos maullidos y ronroneos se pasearon. El tiempo nunca se detuvo. Siempre son ojos diferentes los que los ven y dan valor a un algo. Yo lo valoraba y me gustaba. Era un patio especial, donde no había soledad. Un lugar donde yo me cansaba de jugar, donde reposaba y sentía que allá, detrás de las nubes, Dios me miraba.
 
 
 
 
Para leer más patios en Lugar de Encuentro.
 
 

martes, 13 de mayo de 2014

Palabra 20 de 52.- MARIPOSA

 
 
Ven mariposa
cúbreme de colores
alas de un amor






Vuelan más mariposas con nuestra amiga Sindel.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Este jueves, un relato: Romances Ambientados

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Kissing in the Rain (Patrick Doyle)
 
                                                                          Para JJ
 
 

Sus destinos se cruzaron, ni siquiera lo sabían, no se lo imaginaban. Compartir el mismo tiempo, el mismo espacio. Unas miradas que se cruzan como cualquier otras.
Hay tantas historias de amor. Siempre quise que la mía fuera diferente. Destinada a no ser. ¿Pero, por qué? Porque el destino así lo quiso. El amor duele, es cruel. No es tan rosa como lo pintan. Hay tantas imitaciones de amor, hasta que uno vive la suya en carne propia.
Y así las gotas de lluvia de aquellos días no sólo purificaron mi alma, sino también mi corazón. Los dos estudiábamos el alma. Él alegre; yo misteriosa.
Y un día las palabras estorbaron, y la gente alrededor comenzó a desaparecer. Él, acababa de terminar una relación, yo le decía adiós a un matrimonio lleno de tristeza donde el amor ya no cabía. Y fue así, sin propónermelo, sin razonar, sin pensar que mi corazón lo reconoció y lo anheló. Y una tarde no sé por qué, pero lloré. Y fue cuando lo supe. Él también lo supo. Pero no lo reconocimos. Nos separamos, lo callamos. Y sufrimos.


Nunca dejamos de sentirlo, sin embargo, tanto él, como yo, teníamos miedo, miedo a volver a sufrir. Y así, a distancia y en silencio lo guardamos. Los días pasaban, los meses, y yo quería ser algo más en su vida. No quería ser una más en su lista de amigas. Y fingimos que no pasaba nada. Perdimos la oportunidad. Y un día de lluvia el tiempo se paró. Nunca nadie me había visto así, con una mirada como un mar profundo. Nos interrumpieron.
Al finalizar un examen que teníamos, el salió primero, se fue. Yo estaba decidida a dar el primer paso. Llovía. Y corrí para buscarlo, para detenerlo. Para decirle que me abrazara y no me soltara, porque lo necesitaba. Corrí, gotas de lluvia bañaban mi rostro. Mi corazón latía a prisa. Y recordé el poema de lluvia que hice para él. Quise ser una gota de lluvia sobre él. Lo vi a lo lejos, no pude alcanzarlo. Ahí, parada en medio de la Ciudad, y empapada lloraba. Cerré los ojos, e imaginé lo que pudo haber sido. Como yo hubiera querido que pasaran las cosas.


Un minuto, dos o más, pueden cambiar las cosas, para bien o para mal. Si pudiera regresar o detener el tiempo y cambiarlo. Ahora ya es tarde, y es sólo mi historia de amor que vivirá en mi corazón. Me hubiera gustado haber compartido ese paraguas y besarlo en medio de la lluvia. Mi corazón, aún tararea la melodía que me lo recuerda, Kissing in the Rain, de Patrick Doyle.



 


 
 




 
 
 
 
 
 
 
Para más romances ambientados visiten a Neogéminis.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                        

martes, 6 de mayo de 2014

Palabra 19 de 52.- HOGAR


 
 
 
 
 
Voy a construir un hogar

donde nunca falte el sol,

donde habite la armonía,

la paz y el amor.

Un lugar plagado de sonrisas,

forjado de sueños

y anhelos.

No sólo un lugar para habitar,

sino en verdad lugar para amar.

Un lugar de refugio entre

tanta tempestad.
 
 
 
 
Para más hogares, con nuestra amiga Sindel.

domingo, 4 de mayo de 2014

ALMAS PERDIDAS. Capítulo 5: El mal anda cerca



Capítulo 5: El mal anda cerca





Sabía que algo no andaba bien, que esas cosas no eran algo normal, pero aún con esa sensación de miedo siempre traté de actuar tranquila. Le buscaba la explicación científica primero, veía el asunto desde varios ángulos. Nunca atemoricé a mi familia, creo que siempre fui valiente.

 
Les conté a mis padres el suceso que había visto esa noche que me quedé afuera a dormir. Obviamente mis padres no me creyeron. Pensaron que yo era una adolescente de 12 años con el intelecto muy desarrollado y que eso eran mis historias de ficción. Las cuales algún día escribiría.


Muchas veces me desvelé, sentada escribiendo miles de historias. Era disciplinada. El escribir es una disciplina que yo cumplía noche tras noche. Era como la hora de la inspiración diría yo, hasta que un día hablando con mi mejor amiga Sonia, amiga ya de la secundaria. Me contó algo de la hora macabra, las 3:00 a.m era la hora del diablo, según ella, la hora en que había más energía y podían verse y sentirse todo tipo de sucesos fantasmales.

 
Me tomé el comentario lo más normal posible, pero una noche de esas que yo escribía, sentí que me veían a lo lejos, al otro lado de la ventana. Uno siempre siente miradas, pero esta sensación era horrible, te producía escalofríos, yo siempre me hice la valiente, era fuerte, pero a veces cuando sentía que no podía con esa especie de sensación, pedía protección a Dios, él que todo lo puede y que todo lo sabe.





* * *





Cuando mi padre nos llevaba con mi abuela Ofelia, siempre agarraba los periódicos y me encantaba leer sobre las historias que contaban las mujeres en las cárceles, y había otra sección que me gustaba sobre historias de terror que la gente contaba. Una vez, me llamó la atención una historia donde se narraba sobre el diablo, lucifer, satanás, como le quieran llamar. Se relataba que Lucifer, no es como las barajitas de lotería nos lo pinta, rojo, con cuernos y una cola. Él es, un ex ángel, el más bello, y puede aparecerse como el quiera, para producir temor, daño y maldad.

 

También supe que los fenónemos Poltergeist algunas veces se presentaba donde hubiera adolescentes, entre los 12 a 16 años. Algunas veces las luces de la casa se prendían y apagaban. Se movían los abanicos de techo y siempre había ruidos en la noche. Como alguien danzando arriba del techo.


Para mis padres y hermanos todo era normal, eran cosas que quizá en todas las casas pasaban. Pero para Misifú y yo algo estaba pasando en casa.


Misifú cada vez se estaba volviendo una gata miedosa. Ella veía cosas que yo no podía ver con el sentido de la vista, más si podía sentir y podía percibir. Alguien alguna vez me dijo que yo tenía “eso” muy desarrollado y que pasando el tiempo podía ver cosas que los demás no ven. Le pregunté que era “eso” y me dijo que algún día lo entendería.


Yo tenía la manía, aparte de escribir en la madrugada, de dormir con música, y Misifú casi siempre estaba a mi lado. Nosotras estábamos en un cuarto que quedaba cerca de la terraza y una madrugada vimos una sombra oscura acercándose a la puerta, tras de ello, se escuchó un golpe muy fuerte. Misifú corrió y mis piernas no reaccionaron, lo único que pude hacer fue taparme con la almohada, y esperar a que esa sombra se alejara.





* * *





Alexa era muy pequeña para enteder algo sobre estos asuntos, así que trataba de no hacer comentarios al respecto. Ella nunca me comentó nada y Eddy era muy escéptico para estas cosas, todo lo tomaba a broma.


Con mi madre, era diferente, ella me escuchaba, no me creía loca, pero no opinaba al respecto, sólo me escuchaba atentamente. Quizá para ella su silencio era protección. Yo a ella le contaba todo, con el hecho de escucharme ya era mucho para mí, pero yo tenía que investigar. Las cosas paranormales no se dan por sí solas, siempre hay algo en el fondo. No algo bueno.







* * *





Algunas veces, en algunas tardes, me entraba la melancolía. Y mi vista se perdía en la lejanía, en el horizonte. Me sentía tan sola. Pero me encerraba en mi misma. Sabía que algo no me hacía feliz, pero no sabía lo que era. Dudo que algún adolescente lo sepa.


Y allá a lo lejos de mi habitación, podía ver la esa cruz blanca que se perdía entre la hierba crecida, ahí donde encontraron a Julia. Muchas madrugadas veía un vestido blanco flotar y me tallaba los ojos de la duda, pero ahí andaba, el aire lo decía.


Supe, no recuerdo cómo ni quien me lo dijo, que los asesinos de Julia habían tenido un mal destino, uno de ellos se había ahorcado y otro había tenía una muerte horrible, que más horrible que morir en llamas. Siempre me ha dado miedo el fuego, tengo tanto temor. Alguien me dijo que quizá en una vida pasada fui bruja, y por eso tenía miedo hasta de prender un cerrillo. Pero morir en llamas me parece terrorífico. Siempre mis peores pesadillas que se repitieron era ver esa casa quemada, no sé que significaba, pero soñaba con frecuencia que en la casa ocurría un incendio.


Despertaba sudando y gritando de miedo, muchas veces mi mamá me despertaba cuando veía que estaba teniendo una pesadilla. Más adelante quizá esos sueños me revelarían algo.





* * *



Una noche, al salir de la preparatoria, para mis males, me habían mandado al turno nocturno, y salía muy tarde. Mi madre se quedaba preocupada la mayoría del tiempo, pero yo trataba de tranquilizarla diciendole que nada me pasaría, que yo era una chica fuerte, valiente y me sabía defender.


Pero una noche, salí muy tarde, el autobus venía lleno, así que esperé a que pasara el otro y eso aumentó más la espera. Yo me sentía feliz en la noche, ver la luna, sentir la brisa fresca y andar a altas horas de la noche. Pero esa noche las cosas cambiaron para mí.



Durante el trayecto del camión yo iba tranquila, quizá preocupada por mi mamá, porque sabía que estaría angustiada por la hora de mi llegada a casa. Como faltaba unos pocos minutos para las 12 de la noche, la avenida ya estaba muy despejada, sólo andaban la gente que trabajaban y alguno que otro estudiante.



Cruce la avenida, y me dirigí al teléfono público para marcarle a mi madre que ya estaba cerca de casa. Cuando colgué, de la nada me salió al paso un carro blanco, muy brilloso. Y el hombre que iba al volante me dijo que me subiera, que él me llevaría. Sonreía, y sus ojos eran muy brillosos. Yo no supe que decir, sólo seguí caminando.



Ese hombre me produjo tanto miedo, que comencé a temblar. Y el hombre seguía en su carro, sonriendo, con la sonrisa más malevola que yo haya visto.


Yo te llevo, no te acuerdas de mí, yo siempre estoy cerca de ti, sé todo de ti.—me dijo con una voz que odié por mucho tiempo.


Sentí miedo y corrí, no había ninguna persona en las calles y faltabas varias cuadras para llegar a mi casa. No se veía nadie afuera. Y no supe qué hacer, tocar la puerta de una casa y correr. Pues corrí, corrí como nunca, y ese hombre me seguía en ese vehículo blanco que me produjo pesadillas por algunos años.


Y corrí sin detenerme, con mi respiración agitada, con crisis de histeria y rodando por mis mejillas un montón de lágrimas. Y ese hombre venía detrás de mí, riéndose a carcajadas. Y caí, caí en ese lugar; en ese lugar que a muchos les daba miedo. Ahí donde Julia fue violada y asesinada. Y me dio miedo, y sentí asco. Me faltaba el aliento. No podía respirar. Yo no podía correr por el asma, y corrí, me excedí y ese hombre al verme en el suelo, bajó del auto y lo ví. Vi su cara, una cara con un gran resplandor. Vestía traje negro y llevaba varios anillos. Y retrocedió, se subió al auto y desapareció sin dejar rastro.


Mi madre a lo lejos me vio tirada en ese lugar y se horrorizó, corrió hasta donde me encontraba y mis sollozos no me dejaron contarle nada. Cuando pude respirar, le dije que un hombre me venía siguiendo. Y a ella le dio coraje, pero no tanto como a mí.


Dos días después, yo seguía con el trauma del carro blanco, lo soñaba a diario. Me daba temperatura y me enfermé. Caí en cama. Caí en depresión. Me pudo haber pasado algo peor y no me pasó.
 
 
Dicen, no lo sé, y ni me interesa saberlo. Pero una viejita me contó una leyenda urbana. Que a veces se aparece un hombre, por esas calles, así de elegante, así de brillante, queriendo llevarse a jovencitas que caen rendidas por ese vehículo, por la ambición, pero es algo maligno, la maldad es grande y no conocemos esa magnitud. Yo no me explico como de la nada apareció y de la nada desapareció. También alguna vez lo leí y mi madre y yo sólo nos vimos a los ojos. No nos dijimos nada, ella también había sentido mi dolor, mi desesperación, pues creí que terminaría igual que la mujer que a veces rondaba mi habitación.





Anexo:






                                    Lugar donde fue asesinada
Elisa (a los 11 años),                                                  Julia
su gata Misifú y "Alexa"

Palabra 18 de 52.- INOCENCIA





Inocencia, dulce niña, cuando cierras

tus pupilas

cuando abres tus manitas

y me las das, sabiendo protección.

Descubres tu entorno,

te asombra,

te conmueve,

te saca sonrisas.

Paso a paso tu camino,

imitas y aprendes

sonríes a quien te saluda

no sabes de maldad,

todo a tus ojos es inocencia.
 
 
 
 

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