Bueno,
no me gusta dejar las cosas inconclusas. Siento que es una falta de
responsabilidad no terminar con algún proyecto que uno haya
empezado. Yo no lo terminé, creo que me enfoqué a otras cosas. Así
que lo retomo de nuevo hasta terminarlo.
La
sexta pregunta del reto ¡Yo escribo!, no era una pregunta como tal,
sino escribir un microrrelato de extensión libre sobre una imagen
que se nos dio.
Montiljo© DeviantArt
Nos
invade la monotonía, el transcurrir del día a día. El
peso del costal que cargamos a nuestras espaldas y sólo esperamos la
libertad. Y no es porque estemos sujetos a cadenas, sino no somos tan
libres como pensamos ni como deberíamos. Todos aclamamos un vivir
digno. Digno para nuestras familias, para nuestros hijos para nuestro
porvenir. Vivir en la incertidumbre es fatal, pero cómo podemos
construir un buen futuro si el presente se nos tambalea. Y vivimos en
la angustia y en la ansiedad de nuestras calles, del aire que
respiramos, del dolor propio y ajeno. Añoramos nuestra infancia,
porque en ella no había tales preocupaciones. La infancia es pura.
No hay maldad en los niños. Y nos queda la esperanza, la fe del
cambio. Vemos una luz resplandeciente que nos invita a seguir
creyendo, a luchar. Con las palabras tejemos nuestros sueños y
esperamos que estos sean palpables. Retornamos a nuestra inocencia y
vemos ese brillo tan especial del sol. Y esperamos volar, volar sin
caernos y columpiarnos hasta que no tengamos más fuerza.
3 comentarios:
Algunos no añoran la infancia. Y creo que hay en esa etapa una paradojica crueldad, una crueldad inocente, donde se usan palabras duras, sin saber que pueden herir a quien las escuchan.
Bien escrito.
Gracias Demiurgo. Pues yo sí añoro la infancia. La infancia cegadora, donde somos inocentes y puros, no vemos la maldad (aunque existe) pero estamos ajenos del mundo tan destructivo.
Creo que hay quienes añoran y aborrecen su niñez. Y esto depende del ambiente físico y ambiente psicológico en que el niño se desarrolla. No todos corren la misma suerte de nacer en un ambiente amoroso, responsable, tranquilo y ameno. Estoy de acuerdo contigo que cuando somos niños debido a nuestra inocencia no entendemos la maldad. Pero si esta maldad es usada para contra el pequeño, y esas si serán sus preocupaciones al crecer ¿Qué buenos recuerdos va a conservar? Va odiar su niñez sin duda alguna. Muy buen reto, muy reflexivo.
Saludos
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