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miércoles, 12 de marzo de 2014

Este jueves, un relato: De cañas


"DE CAÑAS"




¿No sienten que el tiempo se pasa volando, y que a veces en la jornada del día, quedan cosas inconclusas, actividades que dejamos pendientes por hacer?. Cuando cae la noche, el deseo que tengo es llegar a la casa, y aventarme en la cama y no saber más, y soñar. La propuesta juevera de Emejota, es sobre 'salir de cañas'. Al principio, no entendí el término, no me refiero a la palabra, sino a las varias interpretaciones que puede tener. En México, caña, es una planta que proviene del sur, es comestible. Pero al leer los relatos de los demás jueveros, ya entendí hacia donde iba el asunto.


Les cuento que he tenido desde el domingo, sí, también trabajo los domingos (chalalalala.- pero en tono triste)... Bueno, no me quejo de trabajar, pero llevo ya tres días con una especie de estrés de oficina... y ha habido muchísimo trabajo... mis vacaciones no se cuando vendrán.... y ya hace tiempo que no 'me voy de cañas' con mis amigas a pasármelo bien.


En el 2010, fue la última borrachera, que yo pude haber tenido. Me gusta el vino, el vodka, el tequila... en fin, pero eso sí... todo con moderación. No tomaba con frecuencia ni era una alcoholica ni nada por el estilo, pero ese año, malamente quise divertirme un poco y salir de una depresión sentimental. Yo, que tanto odio que las personas alcoholicas tengan un motivo para beber. Pues mi motivo en ese mes de abril, era depresión, y no una depresión pasajera... sino una depresión que ya venía desentonando años atrás. Una gota derramó el vaso y se veía venir.


Una amiga, a la que quiero muchísimo, al verme así tan mal, pues que me invita a una noche de copas, noche de amigas, buen momento, pasar una noche amena. Habíamos comprado boletos para una tocada musical. Éramos tres, en un viernes por la noche. Todo parecía ir bien. Pero vi demasiada gente en el lugar llamado Jardín Cerveza. Eramos demiasados, que casi no se podía respirar y al caminar te topabas de hombro a hombro con las personas. Total, me sentí como en un mercado, en donde muy apenas se podía dar paso.


Mi amiga Marisol fue a la barra a comprar las bebidas, tremendos vasos. Eran muy grandes, yo, no estaba tan acostumbrada a beber cerveza, que con un litro de cerveza ya comenzaba a marearme. De vez en cuando fumaba, y esa noche los cigarrillos también eran compañeros. Marisol me compró otro litro de cerveza y yo comencé a entrar en broma y reírme por cualquier tontería.


Recuerdo que en ese lugar vi algunos niños, me pareció raro ver a niños en un lugar para adultos. Pero dizque había ambiente familiar. Yo, que tengo ahora una hija de un año, no me atrevería a llevarla a esos lugares, pero en fin, cada quien sabe lo que hace. No soy quien para criticar.


Salimos del Jardín Cerveza para dirigirnos al redondel musical, veríamos a un grupo llamado Intocable. Pues yo más que caminando en línea recta, parecía que iba zigzagueando y recárgandome del hombro de Marisol. Rosy era la única en sus cabales.


Yo no era yo, pero ese día quería olvidar mis penas. Sólo escuchamos tres canciones del grupo musical, y se escucharon disparos... muchas detonaciones. El grupo corrió a sus camerinos, y la gente comenzó a correr, a aplastarse unos contra otros, gente en el piso, pisándose, aventándose... Marisol gritando como loca, Rosy llorando... y yo... sólo dije: “No mames”.

Ese día, en el que según yo quería olvidar mis penas, pues fue un día que no he olvidado... ver la muerte así de cerca.


Habían matado a uno en un ajuste de cuentas, los narcos acaparando lugares y llevándose en el camino a gente inocente.

Todos gritando por la balacera, y yo pecho a tierra para que no me alcanzara una bala. Recuerdo que en eso momento pensé en mis padres. Y me sentí mal por ellos, porque yo andaba de copas, justo en medio de un enfrentamiento de la delincuencia organizada.

Ese día, murieron muchas personas aplastadas, sofocadas... y no por heridas de balas... sino gente aplastada por otras gentes que corrían atemorizadas por la balacera.

Desde ese día, dejé de andar de copas, dejé el cigarrillo... y sé que en este año también abrirán de nuevo ese lugar... y no pienso volver a pisar.
 
 
 
Para más cañas jueveras en Brasero de Invierno.
 
 
 
 
 
 

6 comentarios:

emejota dijo...

Dura experiencia, por
aquí ir de cañas tiene connotación de hacer amigos departiendo cerveza y aperitivo con buen talante. Juan Carlos lo explica muy bien en su entrada. Besos.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Ostras, que miedo, no me lo puedo imaginar. Desde luego yo tampoco hubiera vuelto. Un problema uy gordo eso de los narcos.
Un abrazo

Gaby* dijo...

Qué situación Azulia! Por un lado, comprendo esa búsqueda por evadirnos cuando nuestro ánimo anda de bajas y la depresión nos gana. Nunca falta la (o las) amigas que invitan a un cambio de aire, a didvertirnos y despejarnos. Por lo general, el despeje viene de la mano de alguna salida nocturna, y hasta ahí, no está nada mal. (De hecho mi relato, recrea y disfraza una vivencia con "algo" de experiencia personal) Lo triste, es que tu momento de escape y diversión, se haya visto opacado por una situación tan penosa. Resumo diciéndote, que estás aquí para contarlo, o sea que agradezco de corazón que no te haya pasado nada malo. A veces la realidad, supera altamente a la ficción.
Besos!
Gaby*

Anónimo dijo...

Tremenda historia. Afortunadamente, como dice Gaby, nos lo estás contando y eso es importante. No recuerdo haberme emborrachado nada más que una vez en toda mi vida y lo pasé fatal. Pero salir de cañas con los amigos es algo altamente satisfactorio.
Un fuerte abrazo.

Loquita Diplomada dijo...

Qué momento! Totalmente desafortunada la situación justo cunado lo que procurabas era divertirte y olvidar lo malo. A cambio te quedo un terrible recuerdo.
Me impactó imaginar lo ocurrido.
Bueno Azulia, cambiando radicalmente de tema, te dejo un premio en mi blog.
Un beso!

San dijo...

Cuanta fatalidad, lo bueno de tanto mal, es que ahora lo estás contando. Una historia terrible.
Besos Azulia.

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