"Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón".
(Jorge Luis Borges)
Antier
estuve leyendo unos correos antiguos, que no he querido borrar de mi
hotmail, porque mi intención era escribir una especie de historia
con esos correos de un amigo, que en su tiempo quise sinceramente,
pero la distancia y el carácter tanto mío como de él lo echaron
a perder y la amistad se perdió para siempre. Su nombre es Lion, ya
nunca quiso saber de mí, porque nos enojamos por correo y ya nunca
nos escribimos, nadie quiso dar su brazo a torcer, en su momento él
no se disculpó por las ofensas, ni yo me disculpé por haberlo
ofendido, así que pasaron años y nadie hizo nada por recuperar la
amistad, una amistad cibernética, él, creo que todavía vive en
Madrid, y pues cuando quise hacer algo por la amistad, pues ya habían
pasado 5 años y más.
Creo
que mucho de mis errores es ser rencorosa, me tomo demasiado a pecho
las cosas. Soy muy tranquila, pero cuando me hacen enojar saco lo
peor de mí. Y Lion sacaba lo peor de mí tan fácilmente, por ser
tan aprehensivo, tan caprichoso. Claro, también tenía sus virtudes,
no todo era malo en él. Me gustaba su creatividad, sus dibujos, su
manera de descrubir el mundo, cierta parte de su forma de pensar. El
ingeniárselas para sobrevivir, su modo persistente de escribir
correos largos, llenos de vida. Lo conocí en una de las etapas de mi
vida más diíficl que pueda tener una mujer,
y el apareció así de pronto, un ser humano cálido al otro lado del
océano, tratándome de ver la vida así como es de simple, no
pesimista como tal cual yo la veía.
No
lo sé, creo que a veces me siento culpable de perder amigos porque a
veces no cedo, pero igual y la culpa es compartida. No soy de muchos
amigos, la verdad que al pasar de los años me he dado cuenta que
puedo contarlos con una sola mano.
En
mis días más tristes y pesados, no he contado con esos dizque
amigos que decía tener. Las dizque amigas siempre ponen pretextos
para no vernos. Cuando uno queda formalmente, pues siempre cancelan,
o no pueden, cuando en realidad pues no es que no puedan sino es que
no quieren. Por más compromisos que uno tenga, por más
responsabilidades o tareas, uno siempre buscará la manera de agendar
un ratito para ver a las amistades, pero eso nunca es equitativo. En
fin, extraño los amigos que dicen ser verdaderos, cuando en realidad
no lo son.
Si
pudiera hacer algo, trataría de cambiar un poco la historia, y haber
echo las paces con mi amigo francés Lion, pero no fue así.
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