Caminantes
de un mundo errado,
de
la crujiente ciudadque nos ha visto nacer.
Miro aquel hombre con cigarrillo en mano,
tratando de ignorar su alrededor.
Y paro, paro con miedo mi andar.
Se detiene la luz roja,
escucho un radio a volumen,
cruzo con rapidez,
veo carros por doquier,
Aquélla tan absorta en su pensar.
Un anciano roza mi chaqueta,
nada digo, camino...
La luz verde me encandila.
Aquél sentado afuera de ese bar,
con un sombrero en el pavimento,
reviso mis bolsillos,
nada para dar.
Y paro, paro con miedo mi andar.
La noche me asusta y me detiene.
Y pienso que no quiero estar aquí,
no en este lugar.
Ya no hay confianza, ya no existe
Solidaridad, algo tan desconocido.
Pocos, pocos quieren cambiar.
Los golpes y el ruido de la Ciudad.
La luna se tiñe roja cada día.
¿Cómo me preparo? ¿Cómo me protejo?
Esto se derrumba.
Miedo a tropezar y caer.
Y veo a través de ojos
de una ternura y añoranza
de aquél que deja caer su colilla de cigarro,
y para, para con miedo al andar.
Aquélla agiliza su paso y se pierde
entre las calles oscuras de esta Ciudad.
Lo vivido cada día nos agobia,
nos golpea, nos inunda en el mar de indiferencia.
¿Qué será de mí, de aquel, de aquella, del anciano?
Busco un taxi, veo mi Ciudad a través del cristal sucio.
Llego a mi destino.
Alguien toca mi espalda.
Y paro, paro con miedo mi andar.
3 comentarios:
Muy bien pintada la sociedad real en que vivimos... Saludos Azulia
Un buen lastimoso y excelente retrato del mundo donde caminamos con miedo, vivimos con miedo, dormimos con miedo.
Un abrazo Azulia, de María
Realmente preocupante...
un gran trabajo a través de la mirada de quien convive con el miedo.
Un cálido abrazo
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